Por Alfredo Ygel
PARA LA GACETA - TUCUMÁN
El Psicoanálisis está inserto en el mundo en su apuesta al sujeto y al lazo social. Se ubica en las antípodas del discurso hegemónico en tanto no responde a las demandas que se le formulan. Más bien se sitúa en la posición de establecer una interrogación de aquello que emerge en los intersticios de un discurso, allí donde lo real del síntoma porta esa verdad enigmática que es necesario descubrir para que un sujeto se libere del goce parasitario que lo mantiene atrapado.
Polis refiere a las ciudades-estado de la antigua Grecia. Sus habitantes se dividían en tres grupos: los ciudadanos, que disfrutaban de todos los derechos; los metecos, que eran libres, pero no tenían derechos; y los esclavos, quienes estaban privados de la libertad careciendo de todo derecho. Las mujeres no eran consideradas ciudadanas y no tenían ningún derecho. La polis como organización política territorial constituía un universo, un todo, que precisaba para su funcionamiento de elementos que se encontraban excluidos, segregados del conjunto.
Hoy las ciudades ya no constituyen esa unidad territorial y política independiente y han tenido una evolución en la historia. El sistema capitalista ha globalizado y uniformado a las ciudades en su inclusión en los estados modernos. Esta homogeneización de las ciudades aun conservando su diversidad a partir de características históricas, geográficas, sociales y culturales, ha puesto a todos los ciudadanos en pos del objeto común, el objeto a consumir. Las ciudades se han convertido en el gran mercado de los objetos de consumo.
Para lograr su objetivo de que la cosa marche convoca a los profesionales, entre ellos a los analistas, a hacer andar lo que falla, a aliviar el malestar, a acallar el síntoma. Lo que demanda a los analistas es que curemos a aquel que sufre, que adaptemos al inadaptado a la norma educativa, que encaucemos al que delinque. Nos pide reincorporar los restos que el propio sistema excluye sin interrogar la causa, silenciando los gritos de aquello que no anda, colaborando así con la “armonía y la paz social”.
Los psicoanalistas no respondemos a esta demanda. La posición del analista es la de interpretar, de develar la verdad oculta en el síntoma individual o social, de apostar a la palabra como salida frente al padecimiento subjetivo que se manifiesta en las distintas formaciones patológicas como la neurosis, la psicosis o las perversiones, en las patologías del acto, en las impulsiones, o bien en las distintas problemáticas como la violencia social, las adicciones, los consumos de tóxicos, los movimientos segregativos, la violencia de género, los femicidios, etcétera.
Desafíos contemporáneos
¿Cuáles son los desafíos con los que nos enfrentamos hoy los analistas? Debemos hacernos cargo de nombrar y poner palabras en lo real que irrumpe en las formas del padecimiento singular o de las problemáticas sociales. Los analistas debemos ser capaces de nombrar los efectos en la subjetividad de las condiciones sociales y económicas regidos por el discurso capitalista. Debemos poner a trabajar las cuestiones relativas a la sexualidad indagando en la lógica constitutiva tanto de la heterosexualidad como de las llamadas nuevas sexualidades en gays, travestis, transexuales, lesbianas, pan-sexuales. Se hace necesario poder decir desde el psicoanálisis las consecuencias en la subjetividad de las conquista de los derechos sociales de las mujeres, derecho que les estaba vedado por la cultura patriarcal y machista. Debemos interrogar acerca de los efectos de estos movimientos que en su reclamo legítimo de igualdad terminan promoviendo una anulación de las diferencias. Es deseable que los psicoanalistas entremos en conversación con las teorías de género para escuchar sus aportes e intercambiar con nuestra perspectiva acerca de la sexuación.
Los psicoanalistas debemos preguntarnos acerca de nuestra posición y aporte desde la lógica psicoanalítica sobre temas tan candentes hoy como los efectos de los matrimonios igualitarios, las nuevas formas de la relación entre los sexos a partir del nuevo lugar de la mujer en cuanto a la conquista de sus derechos. Las denuncias sobre acoso sexual y femicidios de los colectivos de mujeres como #MeToo o #NiUnaMenos dan cuenta del avance de la mujer. Podemos afirmar que estas reivindicaciones como las de algunas minorías, hasta hoy excluidas del sistema, revelan aquello que no anda, que trastabilla, que grita una verdad hasta ahora escamoteada. Y es el psicoanálisis el que debe aportar al develamiento de esa verdad oculta.
Rechazo a lo femenino
Hacernos cargo del legado de nuestros maestros Freud y Lacan es hoy más que nunca incluir la diferencia. Desde nuestra lógica lo femenino viene a nombrar la diferencia, a presentificar el conjunto abierto, a descompletar los discursos cerrados, a situar lo singular en lo universal totalizante. El rechazo a lo femenino, que se remonta a la polis griega con la mujer excluida de todo derecho, y su continuidad en la historia con las diversas formas de la segregación hasta los extremos de su asesinato en las hogueras públicas, viene a mostrar que lo femenino introduce el no-todo en las relaciones con el Otro. Lo femenino en un movimiento incesante pide ser incluida pero no solo en términos igualitarios y sociales, sino para incluir la diferencia y el alojamiento de lo Otro. Se trata de una posición discursiva que apunta a la diferencia en el lazo social.
La inserción del psicoanálisis en la polis es, en posición femenina, no-todo inserto en la polis. No se trata de insertarse a lo universal totalizante, sino desde la a-topía alojar la diferencia, de interrogar, de ceder la palabra al otro para que se produzca no un cierre de sentido sino de la apertura que desanude los sentidos coagulados. Considero que este es el aporte que el psicoanálisis puede realizar en la vía de promover una tramitación simbólica de lo real pulsional, posibilitando la inclusión de lo diferente en el lazo social, aún a sabiendas que la tendencia a la exclusión y la segregación persistirán.
Sujeto, lazos, palabra y deseo
En este tiempo social donde prevalece el rechazo del inconsciente debemos poner a debatir e interrogar la inserción del psicoanálisis en la polis, poniendo en acto nuestra apuesta al sujeto y al lazo social, nuestra oferta a la palabra y el deseo, nuestra convicción de que es el síntoma la baliza que nos guía en el develamiento de la verdad elidida allí donde lo real del sufrimiento se manifiesta.
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Alfredo Ygel – Psicoanalista, miembro del Grupo de Psicoanálisis de Tucumán.
* Extractado de la ponencia en uso de los plenarios del congreso El Psicoanálisis inserto en la Polis. Fundamentos, prácticas, política.