Al fin se pudo escuchar su voz donde se definen las ordenanzas. Cristian Ortega cruzó el recinto desde el sector del público y se paró al lado de la intérprete de lenguaje de señas, mirando de frente a los concejales de San Miguel de Tucumán. El presidente, Armando Cortalezzi, le dio autorización para participar en la sesión extraordinaria de ayer, convocada para tratar proyectos en beneficio de personas con discapacidad en conmemoración por el Día Internacional de las Personas con Discapacidad.
Ortega comenzó a contar con sus manos los reclamos de las personas sordomudas e hipoacúsicas. La intérprete traducía por un micrófono. “Soy sordo, ustedes han hablado de las discapacidades, de sordos y ciegos, pero los sordos muchos años han presentado pedidos sin suerte. Somos los discapacitados más postergados respecto a otras personas discapacitadas. Nos dejan de lado en los trabajos porque necesitamos intérpretes, acompañantes. Constantemente nos dicen ‘no, no, no, no’”, inició Ortega su discurso. La mayoría de los concejales, quienes habían ingresado al recinto y habían sesionado casi todo el debate con vendajes en sus ojos para empatizar con las personas ciegas, se quitaron entonces los vendajes. Querían verlo.
“Si yo quiero hablar con usted, ¿me podría entender o charlarme?”, le preguntó Ortega a Cortalezzi. El peronista respondió que no con un gesto de la cabeza. “Los sordos somos más discriminados que las demás personas con discapacidad, porque nuestra condición no se percibe simplemente, como con una persona ciega, con discapacidad motriz o una persona con retraso. Nuestra sordera no se ve. Suele cederse el lugar a embarazadas, a discapacitados en colas de supermercados o bancos, pero no con los sordos. No tenemos con quién comunicarnos para hacer una diligencia, para que nos ayude, y debemos buscar un intérprete. Necesitamos buscar acompañamiento. Estamos excluidos de planes de viviendas”, continuó el joven. Y agregó: “todos se taparon los ojos recién pero, ¿saben cómo me siento cuando los veo hablar y no los comprendo? Ninguno lo siente. Perdón por el ejemplo; pido por favor que no se olviden”. Los concejales aplaudieron de pie a Ortega. En el espacio del público, las personas discapacitadas levantaban los brazos y batían las manos sonriendo: aplaudían silenciosamente. Algunos concejales lloraban, también en silencio.
No nos dejen en el sótano
El presidente de la Asociación Civil de Baja Visión, Hugo Romero, participó de la sesión desde una banca, con el permiso de los ediles.
Tras agradecer por un debate que consideró sin precedentes, abrió su discurso con una frase de José Ortega y Gasset: “La política es la arquitectura de la construcción, incluido el sótano. Les pedimos que en el futuro, en la construcción de normas para los ciudadanos, no nos dejen en el sótano a las personas con discapacidad. Necesitamos estar integrados, luchamos por la integración y por que se cumplan las leyes y tratados internacionales a los que adhirió el país”, solicitó Romero. “Bien ahí, seguí Hugo”, dijo en voz baja la peronista Dolores Medina.
Romero destacó algunas iniciativas, como la de colocar baldosas podotáctiles en las peatonales, pero criticó algunas desatenciones: “es hermoso el sendero, pero no sirve si el de la concesionaria de autos lo estaciona encima, si hay motos estacionadas en la vereda, si la empresa recolectora de residuos coloca los contenedores sobre las rampas de la peatonal. Venimos a hablar desde la empatía, y en el corto período que están con los ojos vendados nos esperanzan”, continuó.
Romero explicó que las personas ciegas o con visión reducida acuden a celulares inteligentes para comunicarse, y que tienen un programa que les lee el contenido de las páginas y aplicaciones. Protestó porque no está cargada la información específica en las páginas gubernamentales, para tener acceso a leyes provinciales y ordenanzas. Y reclamó soluciones iguales con audios para conocer las cartas de los restaurantes y bares.
Criticó una tramposa disposición municipal para tramitar un pase para circular en colectivos urbanos. “Venimos a denunciar la atrocidad que ocurre con el transporte urbano: bajan a personas con discapacidad por no tener un pase que se solicita en la Municipalidad, que no se ajusta a las leyes nacionales ni provinciales, que garantizan la libre circulación de personas con discapacidad en el transporte público. Con el Certificado Único de Discapacidad, tramitado con una validez de 10 años, es suficiente. En cambio, nos piden anualmente un nuevo carnet en el municipio, nos cobran $ 200 y demora en llegar. ¿Cómo hacemos? Nos hacen bajar en lugares que no nos ubicamos, dejándonos perdidos”, cuestionó.
Al finalizar, agradeció la solidaridad de los vecinos de la ciudad, por el cariño y el auxilio constante. Y cerró con una cita: “la política es el arte de lo posible. Señores concejales, hagan posible una ciudad más justa, igualitaria. Gracias”.