Zombis, pero en escenario inesperado, propone la serie coreana “Kingdom” (Netflix), historia de intrigas palaciegas y violencia en un reino feudal cuya principal característica es el contraste entre la opulencia de los poderosos y la miseria del pueblo. Nuevamente, el enemigo más temible son los vivos. Los dos primeros capítulos de los seis de la serie se centran en crear el clímax necesario para el desastre pandémico que ocurre a media temporada. Y uno de los indudables atractivos es la reconstrucción de época y la ambientación, con un despliegue de escenografía y vestuario que da cuenta del costo de producción: dos millones de dólares por episodio. Ciertas costumbres coreanas de la época se utilizan acertadamente para desarrollar la aventura, como la tradicional manera de tratar los cadáveres y las diferencias sociales que permiten un mayor contraste entre los que pueden protegerse de las hordas y los que están a merced de los no-muertos, simplemente por ser pobres.
El cine coreano había lanzado en 2016 una película sobre zombis, “Tren a Busan”, aclamada por los fans del género. Presentaba zombis como los de “Kingdom”, que corren y extienden la plaga a toda velocidad, a diferencia de los de “The walking dead”, que caminan lento y son fáciles de neutralizar. En el universo coreano feudal, los zombis corren pero también se ocultan de la luz y sólo salen de noche, como vampiros u hombres lobo.
Una película lograda
En materia de cine, hace pocos meses pasó por las salas una película que a simple vista parece un raro engendro, pero que tiene una sorprendente calidad. Mezcla el cine bélico clásico sobre la incursión aliada contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial, con una historia de zombis. En este caso, otra vez son fruto de un experimento científico. “Operación Overlord” dividió las opiniones de la crítica y conquistó al público, que no sabe de prejuicios frente a una historia bien filmada. Al igual que otras que combinan rigurosidad histórica con fantasía (una de las características del cómic y de uno de sus discípulos notables, Quentin Tarantino) la película seduce con recursos artísticos genuinos: narración de suspenso y acción que nunca decae, y producción de primera línea.
El origen del mito
El más famoso precursor de los zombis en el cine es George Romero. Su filme de escaso presupuesto “La noche de los muertos vivos”, de 1968, se convirtió en obra de culto. Pero el triste comienzo del mito data del Haití de los siglos XVII y XVIII, cuando los esclavos africanos trabajaban hasta la muerte en plantaciones de azúcar. Desde entonces la noción de zombi forma parte de la comunidad haitiana: se cree que, a través de magia o veneno, un hechicero es capaz de hacer enfermar hasta la muerte a una persona a la que, tras ser enterrado, hace revivir, y queda sometida a la voluntad de quien la hizo volver a la vida.
Con los años, las películas sobre muertos vivientes se a multiplicaron, muchas con la temática del vudú haitiano como fondo. Sin embargo, a mediados del siglo XX la ciencia ficción empezó a desvirtuar el origen y eligió otros derroteros (experimentos científicos, virus, etc.), hasta llegar a lo que hoy entendemos como zombis.