Ubicado al norte de Chile y con una extensión que abarca más de cuatro regiones, el desierto de Atacama es considerado uno de los paisajes más áridos del mundo.
Sin embargo, entre tanta tierra desértica, la Madre Naturaleza no deja de ser sorprendernos y sabe otorgar, a aquellos turistas afortunados, un milagro. Y es que -aquella tierra roja y anaranjada que se esparce como polvo entre las manos- puede convertirse en un infinito jardín multicolor.
¿Cómo es posible que Atacama se transforme de la noche a la mañana en un “desierto florido”? Aunque los colores delirantes de las plantas nos obliguen a creer en la magia, estos cambios son pura y exclusivamente a causa de las condiciones climáticas de la zona.
La flora vive en una especie de estado de “adormecimiento” soportando las grandes sequías hasta que las precipitaciones invernales y las lluvias abundantes (como cuando ocurre el fenómeno de “El Niño”) le dan la oportunidad de florecer.
Es entonces cuando la naturaleza se despierta y recubre el desierto con un manto rosa y violeta. Suspiros celestes, malvas, lirios amarillos, orejas de zorro de color rojo y celestinas... más de 200 especies endógenas brindan a los turistas una bienvenida única.
No obstante, parte de la belleza de Atacama reside en lo efímero. Y es necesario aclarar que esta primavera anticipada no ocurre todos los años y solo dura alrededor de dos meses. Luego, las flores retorman a su escondite bajo tierra y el desierto vuelve a ser eso: sólo desierto.
Marte a nuestros pies
Con una superficie de más de 100.000 km², al llegar al desierto es como si fuésemos teletransportados a Marte. O al menos, eso es lo que se siente al arribar al “Valle de la Muerte”, en plena Cordillera de la Sal, y ver los terrones de tierra erosionados. Pero, de repente y apenas un par de kilómetros después, nuestro viaje interplanetario se termina y llegamos a un nuevo destino.
Se trata del salar de Atacama, un espectáculo de colores donde la diversidad de nutrientes minerales presentes en la tierra hace que las rocas adquieran tonalidades disímiles y se generen extrañas esculturas naturales. A tal punto que algunos turistas sostienen que poseen forma de dinosaurios.
Salares, géiseres y lagunas tan azules que Pablo Picasso sentiría envidia. Cómo si no bastara con estas postales, perdida entre tantos kilómetros de arena se encuentra la “Mano del desierto”, una escultura monumental que extiende sus dedos hacia el cielo y nos hace sentir que la humanidad entera podría ser tragada por tanta belleza.
Un viaje al pasado
En sincronía con sus descomunales vistas, la región de Atacama también se encuentra marcada por los espíritus del pasado. Si uno asciende por el altiplano -a unos 4.000 metros de altura- el paisaje arenoso comienza a cambiar para dar lugar a pequeños poblados de gran riqueza cultural.
Este es el caso de Toconao, un pueblo que fue construido hace más de 100 años con piedras de origen volcánico o, más próxima al desierto, la comuna de San Pedro de Atacama con sus calles cargadas de talleres de artesanías y un museo que preserva en el interior una serie de momias en perfecto estado.
¿Cómo llegar?
Para llegar hasta este desierto chileno hay que pasar por el pueblo de San Pedro de Atacama y seguir el resto del recorrido en auto o colectivo. Hay varios caminos para llegar hasta la localidad. Por un lado, podemos volar a Santiago de Chile y desde allí a Calama, continuando el recorrido por tierra. También se puede ir en auto desde Tucumán por el Paso de Jama. Son 860 los kilómetros que separan nuestra provincia de San Pedro de Atacama.
¿Qué otras atracciones visitar?
- El “Valle de la Luna”: se caracteriza por sus lagos secos y cubiertos por un manto blanquecino de sal. Cuando atardece, los minerales presentes en la tierra, hacen que la luz solar se refracte y cree hermosos arcoíris.
- Géiseres del Tatio: es un campo geotérmico ubicado en la Cordillera de los Andes donde las altas temperaturas de los cráteres hacen que se formen fumarolas de vapor.
- Termas de Puritama: a 30 km de San Pedro de Atacama, los pozos de aguas termales (con temperaturas de entre 25° y 30°C) se convierten en una buena alternativa para descansar de las excursiones. La zona cuenta con diferentes centros de spa y de tratamientos alternativos.
- Observatorio “ALMA”: debido a su altura en relación al nivel del mar y la falta de nubes, el desierto de Atacama es una escapada ideal para los astroturistas.
Para los aventureros, una dosis de deporte extremo en el desierto
Escenarios inhóspitos, arenales, campos de bombas volcánicas e imponentes valles con un alto contenido sódico son algunos de los atractivos que ofrece la región de Atacama y que pueden transformarse -con la ayuda del guía correcto- en un desafío extremo para los turistas. Este es el caso del “Valle de la muerte” (a tan solo 2 kilómetros de San Pedro de Atacama) donde los visitantes pueden practicar sandboarding y surferar entre dunas de más de 100 metros de altura. O, por ejemplo, de las sesiones de nueve horas de trekking caminando entre los empinados médanos.
Además, los amantes de la adrenalina pueden realizar visitas guiadas hacia el volcán “Ojos del Salado” y optar por acampar varios días en los parajes de tierra volcánica o las reservas naturales que se ubican en la Cordillera. Claro que con la precaución de llevar la indumentaria adecuada, dado que las temperaturas varían por la mañana y llegan a grados bajo cero por la noche. Por último, existen varios paquetes turísticos creados para recorrer miles de kilómetros de desierto a bordo de camionetas 4x4, cuatriciclos o bicicletas eléctricas que se desplazan con energía solar.