Ricardo Zielinski debe estar preocupado. Este Atlético, el que superó todas las expectativas en la Superliga pero que asegura jamás conformarse con nada, porque le tomó el gusto a brindar con gloria, no es nada parecido al del final de 2018. El oficio y las formas para moverse en la cancha han cambiado. Por momentos se lo nota disperso, sin ritmo y con ideas vacías como para encontrarse con el gol. Perdió regularidad. Y pierde en la cancha. Ni hablar de las distracciones. Se nota una baja de nivel entre quienes comandan la nave, entonces la cuesta se torna demasiado empinada. Urge pegar el volantazo. El plantel lo sabe. Haber hecho historia ya esta temporada no es el premio absoluto. Un torneo internacional sí lo será.
Atlético: el equipo de las diferencias
A pesar de haber contando con chances para marcar, el Decano dejó una imagen casi vacía de lo que venía siendo como equipo: las distracciones le cuestan caro.