Desde hace años, integran la postal de la zafra, pero no gozan de buena fama porque son sinónimo de la muerte. Entre fines de abril y noviembre, las llamadas rastras cañeras, que llevan materia prima a las fábricas azucareras, se convierten en las protagonistas de los caminos y las rutas, en particular de la ex 38 (actualmente 301).
El exceso de carga que desborda la capacidad de los carros helvéticos, la falta de las luces reglamentarias, la imprudencia de los conductores desencadenan accidentes viales, muchas veces con víctimas mortales. En nuestra edición del 6 de octubre pasado, informamos que dos personas habían fallecido y otra se hallaba en grave estado, cuando el auto en el que viajaban, por la ruta 306, a pocos metros del acceso a Leales, unos 30 kilómetros al sur de la capital, chocó contra una rastra cañera. Según informó la Policía, un camión que llevaba un carro, fue embestido por detrás por un Fiat Palio, que circulaba en la misma dirección (de norte a sur).
A comienzos de septiembre pasado, un hombre murió y otras tres personas resultaron gravemente heridas, cuando el automóvil en el que viajaban chocó contra un transporte cañero. El siniestro tuvo lugar en la vieja traza de la 38, a la altura de Alto Verde, cinco kilómetros al sur de Concepción, donde vivían las víctimas. El Peugeot 208 se estrelló contra la parte trasera de un carro cañero que era tirado por un camión. En el luctuoso hecho en que se produjo cuando lloviznaba en la zona y la visibilidad era escasa.
Hasta ese momento, se habían contabilizado ocho muertos en el sur tucumano, como consecuencia de siniestros en los que habían estado involucradas las rastras cañeras. En esa ocasión, un jefe policial afirmó que pese a los controles de tránsito de la fuerza, los transportes cañeros seguirían siendo un factor importante en los índices de siniestros. Señaló que estos no debían circular por las rutas de tránsito rápido, teniendo en cuenta la prohibición establecida por la Ley Nacional de Tránsito.
Más de 8.000 vehículos circulan a diario solo por la ex ruta 38, y a estos se suman en otoño-invierno los transportes cañeros: rastras tiradas por camiones, tractores y hasta por caballos. La crónica policial de nuestro diario da cuenta a menudo de los episodios viales en los que están involucrados estos vehículos.
Las rastras constituyen un riesgo mortal en las rutas tucumanas. En alguna ocasión hemos señalado en esta columna que si se efectuara un censo de estos vehículos que transitan por la provincia, así como de sus propietarios, se podría dar un paso significativo en materia de seguridad vial. Antes de comenzar la zafra, estos transportes deberían pasar por una inspección. Si bien el conductor es el que participa del accidente, el co-responsable es el dueño que permite que su vehículo circule sin cumplir con la normativa. ¿Por qué no instalar entonces controles en las entradas de los 15 ingenios para verificar que todo esté en orden? Nos parece que no se necesita una gran cantidad de personal para realizar esa tarea.
La prevención en distintas materias suele ser uno de nuestros déficits. Hasta ahora se han ensayado algunas medidas que a juzgar por la realidad, han sido insuficientes. Al cabo de tantos años, ya se debería haber encontrado una solución definitiva para que la muerte no siga viajando en las rastras cañeras.