“Ya estamos en la mira”. La frase de Mónica Paulinelli resumió la fuerte impresión de inseguridad que han sobrellevado los vecinos de El Siambón, tras una serie de robos en viviendas.
Los atacantes ingresaron, una por una, a las casas durante la madrugada del viernes 17 pasado. Al parecer, sabían que no estaban los moradores y aprovecharon para sacar lo que pudieron, con todo el tiempo a disposición. Los desconocidos se llevaron televisores, maquinas de trabajo y mercadería, ropa, entre otros elementos.
Una semana antes, las víctimas habían sido propietarios de Raco. Allí, hasta se había desvalijado un hogar. Cristina Fernández de Martín había contado que ya no tenía decenas de elementos, como una heladera, un microonda, tostadoras, colchones, lámparas, sillas.
Esta vez, los hechos ocurrieron en la villa aledaña. “Nos enteramos al viernes al mediodía que habían entrado a nuestra casa. Habían violentado una reja y una puerta de chapa. Cuando llegamos a El Siambón, durante la tarde, constatamos que habían ingresado por una puerta trasera, que era bastante dura, forzándola con un cortafierro o una maza probablemente”, contó Guillermo Sastre, esposo de Paulinelli y titular también de una de las cuatro residencias afectadas. En este caso, habían sustraído la garrafa, el televisor, herramientas, ropa y alimentos.
“Más allá del robo en sí, duele sentirse violentado y haber perdido el sentido de seguridad en un lugar donde, hasta ahora, había sido virgen de estas situaciones delictivas. Fuimos los primeros casos en este sector”, enfatizó.
Los atacantes vaciaron latas de cervezas en el piso del baño de los Sastre, durante su recorrido criminal. Un rato antes, habían sacado esos envases de la vivienda de Mónica Borquez y su familia. “Nosotros vamos casi todos los fines de semana. Los autores de los robos estaban al tanto de que no había gente en la semana. Me avisaron que una de las ventanas estaba abierta (...) Nos sacaron lo poco que mi esposo venía comprando: la caja de herramientas, televisor, un reflector, entre otros artículos”, explicó la mujer.
Control en la ruta 341
Sastre contó que debió cerrar el acceso a la casa a través de la puerta dañada, y que había una vigilancia policial móvil. Sin embargo, comparó: “antes no pasaba nada. Muchas veces habíamos olvidado machetes, palas y otras herramientas afuera de la vivienda, pero jamás se perdía nada”.
El Siambón está habitada por unas 35 familias, entre lugareños y propietarios de casas de fines de semana (la mayoría). Ante los distintos casos, los vecinos de la zona interna de “Los Aromos” elevarán el reclamo ante las autoridades de la comuna y los ministerios del Interior y de Seguridad de la provincia. Los privados demandan una nueva garita sobre la ruta 341, que se designe personal policial, que se ilumine las zonas urbanizadas y que se mantenga en condiciones del camino. “Nosotros pagamos los dos, tres focos que están en nuestras zonas”, expresó Luis Arias, otro vecino.
En particular, los habitantes hicieron hincapié en un mayor control sobre la ruta 341, a la altura del acceso a Raco, y en la incorporación de otra garita de vigilancia, en la zona del río Grande. “No hay control en el camino si uno entra por la zona de El Nogalito. Ese punto se conecta con el sur-oeste de la provincia, como Lules, San Pablo”, explicó Daniel Zacher, un residente de la zona.
“Consideramos que es necesario una segundo puesto de Policía para que no exista esa salida impune hacia la parte de Lules”, acotó Arias, respecto del movimiento de los autores de los hechos ilícitos.
Un día después de los ataques, personal de la Brigada de Investigaciones de Yerba Buena y del Equipo Científico de Investigaciones Fiscales (ECIF) llevaron adelante varios allanamientos. Las medidas habían sido impulsadas por el fiscal Diego López Ávila. Como resultado, hubo dos detenidos.
“Los policías de Raco, que también están afectados a El Siambón, no tienen movilidad. Se necesita equipamiento. Sólo funciona una moto”, recalcaron los habitantes.