Ha sido un largo día en Roland Garros. Otro largo día. Parecido a varios en eso de los horarios y las rutinas aunque muy distinto en las emociones, al menos para Gustavo Fernández y su equipo. El tenista cordobés consiguió su cuarto título de Grand Slam de tenis adaptado en single, el segundo en París. Y al cerrar la jornada redobló la sonrisa al consagrarse también en dobles en la misma cancha número 7. Todo, claro, en su silla de ruedas.
“La silla significa mucho para mí. Hoy, más que nunca, es el instrumento para realizarme como deportista profesional. No podría imaginarme sin ella”, confiesa mientras recibe felicitaciones.
Los abrazos se suceden. Con Fernando San Martín, su coach; con Matías Tettamanzi, su preparador físico; con Florencia Tagliaferro, su novia, el abrazo incluye un beso amoroso que se sostiene por unos cuantos segundos. El grupo incluye algunos allegados más que sonríen y también se abrazan entre sí. Para Gustavo son, todos ellos, parte vital de sus logros.
- Ellos están más contentos que vos...
- Son de fierro. Compartimos tantas cosas, hemos superado infinidad de situaciones. Nos conocemos, nos respetamos, nos queremos. Y queda claro que hacemos un muy buen trabajo.
- De eso no hay ni media duda. Es la primera vez que conseguís single y doble del mismo torneo de Grand Slam. ¿Qué significa ganar en pareja con Kunieda, quien durante muchos años fue una referencia en el tenis adaptado?
- Es emocionante. Es un honor jugar con él. Y ganar. Cuando empecé, una de las motivaciones era acercarme a su nivel, luego alcanzarlo e intentar superarlo. Nos conocemos hace años. Tenemos una gran relación.
- El título de dobles (triunfo por 2-6, 6-2 y 10-8 contra los locales Houdet y Peifer) fue el final de un día larguísimo...
- No es fácil acomodarse después de ganar el single para salir a la cancha a seguir compitiendo. Entrar con todo, a pleno, en esa situación es siempre un desafío. Lo manejé muy bien y, en algún punto, me ayudó que el público, lógicamente, estuviera en contra. Era algo de donde “agarrarse” durante el partido.
- Desde afuera pareciera que manejás con mucha naturalidad tu chapa de candidato. Muchas veces es incómodo y en vos no se notó...
- Lo bueno es que jugué muy bien desde el primer punto del single. La final (venció al británico Gordon Reid por 6-1 y 6-3 ) fue un partidazo. Más apretado en el desarrollo que en los números. Él es muy peligroso, te obliga a no distraerte en ningún momento, y tuvo sus oportunidades durante el segundo set. Yo salí a hacer mi juego de siempre, golpear fuerte, ser intenso, agresivo, intentando imponer la iniciativa. Y me salió bien, tal como me había salido en los partidos anteriores, a excepción de la primera parte del set inicial en el debut. Al empezar el torneo estaba demasiado nervioso porque sabía que estaba muy bien preparado y presentía que ésta era una gran oportunidad para mí. Por suerte pude ganar.
Otra vez, número 1
Tantas veces las diferencias entre una buena carrera y otra extraordinaria se marcan al tomar las oportunidades que se presentan. Y vaya si “Gusti” lo hizo en París. La victoria en Roland Garros le permitirá volver a ser el número 1.
- Qué se siente regresar a la cima del ranking?
- Es algo muy lindo. Una sensación muy placentera, algo como sentirse pleno. Espero poder llevarlo bien, la primera vez recuerdo que me costó, que me presioné mucho y no lo supe disfrutar. Ojalá ahora sea diferente.
- ¿Tenés conciencia de que tu carrera va tomando dimensión histórica?
- El tenis es ingrato en ese aspecto. No podés ponerte a pensar esas cosas porque al día siguiente de conseguir algo ya hay que volver a entrenar. Las luces del éxito se apagan rápido y hay que conseguir encenderlas cada semana. No me pongo a pensar. Habrá tiempo para hacerlo más adelante.
- Siendo que ya ganaste dos veces Australia y Roland Garros es inevitable pensar en Wimbledon como el siguiente gran objetivo.
- Me gustaría también el US Open, quiero ganar ambos pero no hay que adelantarse, no tiene ningún sentido. Para Wimbledon falta poco aunque hay algunos torneos antes en los que voy a intentar conservar el 1 del ranking. La idea es llegar a pleno, así de fuerte, con confianza, tan bien preparado como llegué a París. Tengo claro que Wimbledon se me escapó ya un par de veces. Lo volveré a intentar cuando llegue el momento. No me gusta quedarme con las ganas.
Al costado de la cancha Sebastián Verón, “la Brujita”, invitado especial de Gustavo para la final, constata eso que muchos ya sabemos. Gustavo es ganador, es ambicioso, es inconformista, y siempre quiere más. Así lo va mostrando día a día, renovando los objetivos y las motivaciones como si todo lo alcanzado fueran páginas de un libro que se leen y se pasan para seguir con las siguientes.