Por Guadalupe Norte
Algunos extranjeros que residen en Tucumán brindaron a LA GACETA su opinión sobre el desarrollo de las elecciones provinciales, la publicidad previa al gran día y las sensaciones que experimentaron al colocar el voto en la urna.
Hace casi tres años que Luciano Cespedes Ochoa, oriundo de Colombia, vive en Tucumán. Durante ese tiempo, Cespedes Ochoa pudo ver la movilización gestada por las elecciones presidenciales pero ahora es el turno de experimentar la votación local. Al respecto, él destaca la llamativa cantidad de fiscales por mesa y la diversidad de acoples. “En Colombia no existen tantas listas y candidatos. El sistema es más ágil dado que la conformación de las nóminas es menos complicada. Acá la votación fue desorganizada y las personas pueden demorar hasta una hora con el trámite. Imagínate: hay más fiscales que autoridades”, explica.
La cuestión también es puesta sobre la mesa por el científico canadiense Jean Guy LeBlanc, quien asistió a votar a la escuela Bernardo de Monteagudo (Mariano Moreno 450). “Fui a las 8.30 cuando todavía había pocos votantes. En la escuela todo se realizó con normalidad pero me sorprendió la cantidad de fiscales. La mesa donde voté tenía 34 personas incluyendo las autoridades”.
“Estuve en una escuela de Las Talitas acompañando a otra persona a votar y me pareció un descontrol”, narró Katia Gianni, brasilera radicada en Tucumán desde hace 10 años e investigadora del Conicet. Y añadió: “había una evidente falta de orden con las alternativas de listas para elegir. Además, me parece poco serio el ingreso al cuarto oscuro con el voto preparado”.
Por otra parte, Gianni no duda en comparar el sistema de votación local con la boleta electrónica. “En Brasil, la votación es con urna electrónica y, luego de la cantidad de hechos de falsificaciones e irregularidades que ocurrieron en Tucumán, creo que ese método es más seguro y limpio”, detalla subrayando la poca información que tiene la población sobre las propuestas de los candidatos.
Para Cespedes Ochoa, las campañas políticas debieron haberse direccionado mejor. “Fueron bastante agresivas y se especializaron en resaltar las intimidades del otro partido en lugar de sus propuestas concisas. Además, las promociones en las peatonales me saturaron. Resultó increíble y agotador recoger más de 30 volantes en solamente tres cuadras”, expresó.
“Es un gasto excesivo en este momento tan complicado del país y que el dinero utilizado para este fin debería ir a ayudar a mejorar la situación de muchos ciudadanos. La publicidad debería ser más ordenada y limitada para disminuir los costos, y mantener la limpieza de la ciudad”, opinó Guy LeBlanc. Y destacó: “en esta elección hubo tantos candidatos que no se pudo conocer a todos de forma personal. Los debates sólo se realizaron con los candidatos ‘favoritos’ para los puestos de gobernador e intendentes, pero quedaron otras propuestas afuera”.
Keiko Saito, descendiente de japoneses y argentina por adopción, votó ayer como lo hace cada vez desde la vuelta de la democracia: con la esperanza de estar mejor. “La primera vez que me tocó votar fue apenas saqué la carta de ciudadanía argentina y elegí a (Raúl) Alfonsín. En general, voté todas las veces, salvo alguna vez que me tocó estar justo en Japón”, contó Saito, docente de las facultades de Arquitectura, y de Filosofía y Letras. “La expectativa es la misma que siempre: todos queremos que este país salga adelante. Cada vez que vas a depositar un voto uno tiene esa esperanza de que las cosas mejoren. Al menos esa es la expectativa de los integrantes de la colectividad: lo sé porque soy presidenta de la asociación Nikkei Tucumán. Todos compartimos el sentimiento de agradecimiento por este país que nos cobijó, nos dio trabajo y familia”, agregó. Su historia es parecida a la de muchas familias de inmigrantes. Sus padres se conocieron en el barco en el que llegaron a Latinoamérica en los años 70, cuando eran muy jóvenes (respectivamente tenían 17 y 19). Se instalaron primero en Paraguay, donde parte de la familia se arraigó para trabajar como agricultores. Después, se trasladaron hasta Argentina, y vivieron en Buenos Aires y Tucumán.
“¿Sintió discriminación aquí en la provincia?”, se le consultó. “Personalmente no he percibido discriminación, pero sí he oído que hay esos problemas acá y en otras provincias. Creo que la gente actúa así por desconocimiento, por eso nosotros trabajamos mucho en la difusión de la cultura. El año pasado se cumplieron 120 años de relaciones de amistad entre Argentina y Japón, y se impulsaron actividades para que los pueblos se acerquen”. Saito explicó que con el paso del tiempo se van superando los preconceptos, y que esa es señal de integración y de respeto. “Antes los japoneses eran todo flores o tintorerías. En una época mi papá puso una tintorería porque dijo, somos japoneses, ponemos una tintorería y ya está, no hace falta publicitar nada”, recordó risueña. Como todos los que votaron ayer, Saito lo hizo esperanzada en que todo mejore.