Tras las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, en las que el Gobierno nacional sufrió una dura derrota, se profundizó el deterioro de la economía del país que ya venía en declinación. El descontento de la mayor parte de la población es cada vez más generalizado, como consecuencia de la inestabilidad financiera y la inflación que golpea duramente los bolsillos de los argentinos. Es comprensible que los trabajadores se movilicen para expresar su protesta que, sin duda, es justa. Sin embargo, hay otras que son, por lo menos, cuestionables.
Ayer se vivió una jornada de paro docente en todo el país por iniciativa de la Confederación de Trabajadores de la Educación, a la cual se plegaron la Agremiación Tucumana de Educadores Provinciales y la Asociación de Docentes e Investigadores de la Universidad Nacional de Tucumán.
El motivo fue repudiar la agresión que sufrieron docentes de Chubut en la madrugada del miércoles, al ser desalojados por manifestantes del sindicato de petroleros durante un corte de ruta, en reclamo de salarios adeudados. De acuerdo con la denuncia de gremios de educadores de esa provincia, “una patota del sindicato de petroleros irrumpió en la intersección de las rutas 3 y 26” y los desalojó de manera violenta, dejando un saldo de seis heridos, entre contusos y golpeados. Los maestros habían bloqueado el acceso a los yacimientos petroleros.
El Sindicato Argentino de Docentes Privados criticó la huelga; en nuestra provincia, la conducción local instó a los educadores a que en el inicio de las clases los docentes reflexionaran junto a sus alumnos sobre “estos hechos lamentables”.
Por su parte, el titular de ATEP dijo que se adherían a la medida de fuerza, sin asistencia a los lugares de trabajo, involucrando a todos los niveles y modalidades de la educación en todos sus turnos. “La situación que vivieron los trabajadores de Chubut es lamentable. De esto se sale con un cambio de rumbo en las políticas económicas, los niños está sufriendo debido a las medidas del Gobierno nacional”, afirmó el dirigente.
Lo curioso es que el detonante del paro es un episodio ocurrido en la lejana provincia, protagonizado por dirigentes de dos gremios que se enfrentaron. No hubo represión del Estado. El mismo gobernador del Chubut les pidió a los educadores que retornaran a las aulas, tras reconocer que “yo estoy en deuda como empleador porque no estoy pagando en tiempo y forma... tenemos problemas serios por resolver, no los niego ni me victimizo, pero debemos dimensionar el contexto”, dijo, mientras la Iglesia criticó al mandatario por los incumplimientos salariales, pero instó a la calma y a la serenidad.
Se trata, por cierto, de conflictos en una provincia del sur, que pueden despertar la solidaridad con los damnificados o la reprobación de la política de su gobernante, pero de allí a promover un paro en todo el país, nos parece un despropósito.
Es cierto que vivimos tiempos electorales, pero también tenemos una educación que viene de crisis sucesivas y que aún no encuentra su rumbo. De manera que una medida de fuerza de estas características no contribuye a lograr una mejor calidad educativa y perjudica a los mismos chicos. Pero da la impresión de que todo vale para quejarse, aunque el motivo esté lejos y los intereses sean políticos. Bien se sabe que a río revuelto, ganancia de pescadores.