NOVELA

QUEMAR EL CIELO

MARIANA DIMÓPULOS

(Adriana Hidalgo - Buenos Aires)

Nos referimos a la cuarta novela de Mariana Dimópulos después de Anís, Cada despedida y Pendiente. En ella encontramos un cruce de dos historias, la de Lila, prima de la voz narradora y la historia de Monique. Resultan dos narraciones en tiempos diferentes y la más desarrollada es la de Lila, militante en la década del 70, cuando ella era una niña que se sorprendía por las reiteradas ausencias de la prima y la complicidad de su propia madre. Podríamos inscribir la novela en el género autobiográfico con ingrediente histórico individual correspondiente a la etapa setentista en la historia argentina. La investigación se realiza a través de la indagación familiar y las entrevistas a testigos de la época. El relato destaca la búsqueda y la necesidad de completar la historia de la protagonista como un necesario encuentro familiar: “Voy como si fuera ella para averiguar de un pasado que no me pertenece, pero que hubiera debido desde hace un tiempo, desde la confabulación de las paredes, el insomnio y la noche”. La historia se inicia con un encuentro acordado en un bar, donde una desconocida le deja un paquete con una pistola.

El relato incluye hechos anteriores a los acontecimientos políticos de la década del 70 y las actividades de los universitarios a través de las experiencias de Lila, como alumna de la Facultad de Filosofía y Letras. Se definen sus proyectos y los datos se completan con entrevistas donde nos enteramos que Lila poseía una pistola de un policía encontrada en la calle. Se registran enfrentamientos con fechas y lugares, nombres como Santucho, Vandor, Jáuregui. También apresamientos, el nacimiento del hijo de Lila y su preocupación ante la presencia reiterada de un Ford verde como amenazante símbolo de la época.

La novela finaliza con Monique portando el arma, una voz que ordena, un acto fundamental que cierran las dos historias y complementan el logrado título, Quemar el cielo, novela singular tratada con solvencia y habilidad narrativa.

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ANA MARÍA MOPTY