Por Carmen Perilli

PARA LA GACETA -  TUCUMÁN

La guerra civil española fue un laboratorio de prueba de la Segunda Guerra Mundial. En España confluyeron fuerzas políticas de distintos bandos. Me llama la atención el lugar de las mujeres extranjeras que participan del conflicto de maneras distintas. Todas ellas representan la extraterritorialidad, así como la diferencia establecida por el género. Si bien la intención central de la izquierda fue la defensa de la república se vio a la guerra como un camino hacia la revolución. En ese momento Stalin se había afianzado en Rusia y Hitler ascendía en Alemania, mientras anarquistas y socialistas, estalinistas y trotskistas disputaban la hegemonía del movimiento.

La primera figura es la inmensa y desconocida Mika Feldman. Mika, una odontóloga argentino-judía, que estuvo vinculada al grupo Insurrexit, viajó a Europa acompañando su esposo el anarquista Hipólito Etchebéhere. Después de una estadía en Alemania y en París se dirigen a España para sumarse a las huestes del POUM, el movimiento liderado por el anarquista Andreu Nin. La muerte de Hipólito en combate convierte a Mika en la capitana roja que dirige, de manera peculiar, una columna de hombres. Ella no sólo los dirige en la guerra, sino que cuida sus cuerpos y alfabetiza en las trincheras. Esos hombres se sienten orgullosos de ser dirigidos por Mika. Lamentablemente las rencillas internas la obligan a abandonar España después de ser llevada a prisión por la cheka soviética. Morirá en París a los 90 años. Ha dejado valiosos testimonios de su actuación en España. Algunos recién llegaron a nuestras manos, en especial Mika, mi guerra de España, un diario de guerra convertido en película por Fito Pochat y Javier Olivera. La historia de vida ha dado lugar a una fascinante novela de Elsa Osorio, Mika, donde se establece el diálogo entre la autobiografía y la biografía y a un texto de Horacio Tarcus.

Fotos

Gerda Taro fue una figura fugaz, aunque brillante Su verdadero nombre era Gerda Pohorylle y provenía de Polonía. Taro viaja a España desde París donde ha descubierto la pasión por la fotografía. No sobrevivirá a la contienda, es la primera fotorreportera muerta en el campo de batalla en Brunete y a la temprana edad de 27 años. Su nombre permaneció en la oscuridad detrás de su pareja André Friedman, con quien habían inventado el personaje que dará fama al hombre: Robert Capa. Al principio la firma los abarcaba a los dos. En La chica de la Leica, Helena Jacnececk nos presenta un retrato que mucho debe a dos grandes amigos de Gerda- Willy Chardack y Georg Kuritzkes- que sintieron el hechizo de esa joven cuyo lema era la libertad: “Gerda sabía dirigirse a casi todos los brigadistas en su propio idioma, con un par de frases conquistaba a batallones y generales, hechizaba a comisarios políticos y a censores”. Otra fuente son las fotografías de Taro rescatadas de su borramiento. François Maspero, en Gerda Taro, la sombra de una fotógrafa, se refiere a esa condición fantasmal: “Sombra entre sombras, a Gerda Taro le ha correspondido el más cruel de los destinos…: El de no ser, siquiera su propia sombra, sino la de otro”.

Socorro Rojo

Tina Modotti la fotógrafa ítalo norteamericana llega al frente desde Rusia acompañando al dirigente soviético Vittorio Vitali / Carlos Contreras. Lejos de su etapa creativa de fotógrafa, ha abandonado su cámara. Entregada a la causa comunista se transforma en María Sánchez y sirve como jefa del Socorro Rojo apoyando las maniobras del estalinismo. Su itinerario une geografías distintas: el Hollywood, México, Alemania, Rusia, etcétera. Vidali, un curioso y aciago dirigente, acusado de asesinar a Andreu Nin, es su compañero Elena Poniatowska escribió la biografía Tinísima donde se centra en un relato desde la intimidad, en especial en la etapa mexicana donde Tina vive apasionadamente el arte y la vida. Discípula de Edward Weston pierde su interés en la cámara. Cuando se encuentra con Gerda en una escena de Tinísima, se da cuenta “Algo dentro de mí se ha vuelto tenebroso y se me escapa”. Es una sombra de sí misma. Si Gerda se convertirá en la Juana de Arco del periodismo gráfico, Tina se ahogará en la derrota y morirá a poco de llegar a México.

La cronista

Una última figura es Elena Garro, la primera mujer de Octavio Paz cuyas Memorias de España entregan una visión totalmente distinta y subversiva. En sus textos se cruzan Gerda y Tina/Maria. Con ironía se burla de la rigidez de los intelectuales, en especial, los comunistas. Ella, una joven mexicana- española recién casada, mira con crudeza la violencia y la guerra. Garro escribe desde fuera, “sin ideología”- (“Ninguna ideología valía la pena de aquellos sufrimientos”).

Nos conmueve su desenfado y su punto de vista humano e intelectual de la joven la muestra como testigo directo y mordaz de la confrontación. 1937 fue el punto histórico y político más álgido que agrupó en España a extranjeros -invitados y espontáneos- en el Congreso de Intelectuales Antifascistas. La escritura autobiográfica muestra la oposición entre marxistas y fascistas en México, España, Francia y Rusia; pero subraya también las tensiones intestinas del grupo comunista. Garro mira el congreso desde un “fuera de lugar” con una enorme libertad que le permite exponer las contradicciones- “Nunca tuve tanto miedo, ni tanta piedad por los soldados”. El clímax está en el recuerdo del encuentro con Antonio Machado y su madre: “¡Dios mío!, los dos parecían muy pobres, muy abandonados, muy fuera de lugar... Sólo sabían que una enorme tragedia, una tragedia imprevista y sangrienta se abatía sobre ellos como sobre toda España”. Cuatro mujeres cuyas vidas y obras comenzamos a conocer ya desde la trinchera, ya desde el arte, formaron parte de uno de los acontecimientos más importantes de la historia del siglo XX.

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Carmen Perilli - Escritora y docente. Especialista en Literatura Hispanoamericana.