¡Lo que cuesta vale! A San Martín nunca le había costado tanto llegar al triunfo como local como le ocurrió ayer. Es que más allá de que tuvo en frente a un adversario como Gimnasia de Jujuy, que se estructuró disciplinadamente de tres cuartos de cancha hacia atrás, por momentos careció de los fundamentos futbolísticos como para desequilibrar en los últimos metros del campo.
A priori, uno de los grandes interrogantes que se le presentaba a la dupla técnica integrada por Sergio Gómez y Favio Orsi es cómo iba a hacer para suplir la ausencia de Gonzalo Rodríguez (expulsado frente a All Boys); un futbolista que por lo funcional, se convirtió en una pieza clave en la ofensiva.
Los cambios posicionales con los que el “Santo” empezó el partido no le rindieron para nada los frutos esperados. Eso quedó demostrado al ver recostado por derecha a Claudio Mosca, que no tiene las características adecuadas para jugar como extremo. El volante carece de la dinámica que se le reconoce al “Turbo” cuando trabaja por ese sector y a eso el equipo lo sintió.
A esto debemos agregarle que Luis Aguiar estuvo lejos de ser el futbolista que necesitaba el equipo a la hora de crear juego. A pesar de que buscó constantemente su lugar en el campo, casi nunca entró en la sintonía del resto de sus compañeros. Lo único destacable del volante uruguayo fue esa magistral habilitación que le dio, a los 22 minutos del primer tiempo, a Luciano Pons. Pero ahí el goleador no estuvo lúcido para marcar.
Cambios de figuritas
Ante este panorama, la dupla técnica no tuvo otra que apelar al banco de relevos para cambiar la historia que parecía encaminarse a la igualdad. Y vaya si acertó a la hora de mandar a la cancha a Fernando Brandán y a Lucas González. Las variantes le dieron el aire que hasta esos momentos le faltaba al equipo.
El muchacho de Lules se las ingenió para ayudarle a Pons en la lucha con los centrales jujeños haciendo prevalecer su buen físico y dinámica. Pero lo más relevante que hizo en los minutos que jugó fue el centro que a los 27 minutos del complemento envió para que Pons abriera el marcador.
En tanto, ante las “ausencias” de los laterales en función ofensiva, Brandán se encargó de complicar por el sector derecho y darle un poco de respiro a una mitad de cancha que no repitió anteriores actuaciones.
Más allá de que no fue la mejor puesta en escena que San Martín tuvo en el certamen, dejó bien en claro que tiene un plantel homogéneo. Esto le permite echar mano a modificaciones tácticas y posicionales como pocos equipos en la categoría pueden hacerlo.
Lo importante, más allá de lo que hizo en estos 90 minutos, es la autoridad que muestra el equipo a la hora de salir a hacer prevalecer su juego. Esto convierte a San Martín en un conjunto confiable, en cualquier escenario.
Eso lo demostró en los 12 partidos que jugó en el torneo y más allá que tiene todavía mucho camino por recorrer. Es indudable que la efectividad en el juego y en la sumatoria de puntos -consiguió el 75 por ciento de las unidades en juego- lo convierte en uno de los candidatos a estar en la lucha por conseguir una de las dos plazas a la Superliga 2020/21. El tiempo será fiel testigo de la suerte del equipo, pero tiene bases sólidas.