Luis de la Rosa fue el primer hombre que recorrió el túnel que había cavado la banda de Ágata Galiffi para intentar robar el Banco de la Provincia de Tucumán. Él, en ese tiempo, era bombero. Falleció hace varios años, pero se encargó de contar los detalles lo que encontró a sus descendientes como uno de los máximos logros de su carrera como servidor público.
“Una de las cosas más llamativas era que la banda tenía todo preparado. Por ejemplo, mi padre nos contó que un miembro de la banda se hacía pasar por pintor y que todo el día trabajaba en el frente de la vivienda haciendo todo tipo de tareas. Era, en realidad una especie de vigilante”, explicó Olga de la Rosa, hija del bombero.
Manuel Alberto Gabriel también remarcó algunos de los detalles que le reveló su suegro, que se diferencian de las versiones que dieron a conocer los historiadores sobre el caso. “Nos contó que habían utilizado un gallinero para tapar la boca del túnel que se estaba cavando desde el fondo de la casa, para que nadie viera lo que estaban haciendo”, señaló.
Sobre las características de la excavación, la pareja detalló que el bombero descubrió que el túnel estaba revestido de madera y que tenía rieles para movilizar la tierra que iban sacando conforme avanzaba la obra. “Según nos comentó, no era recto, sino que tenía varios desvíos porque al parecer, en el recorrido, encontraron algunos obstáculos. También decía que los cavadores –agregaron- llegaron hasta la bóveda, pero que no pudieron avanzar mucho más porque descubrieron que el tesoro tenía una gruesa capa de hormigón. Dijo que tenía varias marcas que demostraban que habían pretendido romperlo infructuosamente”, señalaron.
La hija del servidor público también relató cómo fue el procedimiento del hallazgo. “Lo ataron a una soga y fue a cuatro pies inspeccionando el túnel. Pero en un momento tuvo que desatarse para seguir recorriéndolo. Eso asustó a sus compañeros porque no lo podían sacar y tampoco escuchaba sus gritos. Y era lógico: los que estaban en la superficie no sabían que la excavación era tan extensa”, agregó De la Rosa.
Gabriel contó que una vez que su suegro apareció sano y salvo, le prohibieron que hablara con sus compañeros, lo subieron en un móvil y lo llevaron a que declarara ante el juez todo lo que había visto. “Antes de que eso sucediera, comenzó a sonar la sirena de LA GACETA. Ese aparato se encendía para que la gente fuera hasta el edificio del diario y se enterara de importantes noticias de último momento”, destacó.