Son ampliamente reveladoras del estilo que el general Manuel Belgrano tenía para mandar a su tropa las disposiciones insertas en el “Libro de Órdenes de la Cuarta Compañía Tucumán y Sepulcro de los Tiranos”, todas fechadas en Tucumán, en los meses inmediatamente posteriores a la batalla del 24 de septiembre de 1812. Las ha publicado el historiador Julio A. Benencia.
“Todos los señores oficiales -dice una de ellas- del Regimiento 6 y de Pardos vivirán en los conventos en que se hallan las compañías, sin que valga excusa ni pretexto alguno, acomodándose como hermanos en las habitaciones que hubiese”.
Asimismo se previene que “al que se encontrase jugando juego prohibido se lo expulsará del ejército, perdiendo sus empleos y honor”. Cabe apuntar que las tropas se alojaban en ese momento en San Francisco y en el convento dominico de San José de Lules.
Los festejos por la victoria se realizaron a fines de octubre. La orden de Belgrano del 13 de ese mes expresaba que “la música se situará en las tres noches en las casas capitulares (se refería al Cabildo) luego de que se hayan encendido las luminarias, y se permitirá que se inventen algunas mojigangas y bailes por los individuos del cuerpo (para que) los ejecuten en la plaza; hasta las 12 de la noche, en que deben todos retirarse”.
Con el propósito de difundir el Himno, el general recomendaba “a los señores oficiales la canción patriótica, y a todos el orden, la decencia y un comportamiento digno de los soldados del ejército vencedor en Tucumán”.
En otra orden (27 de octubre) mandaba que “ningún soldado que se encuentre de servicio se separará de su guardia o puesto más de 25 pasos, debiendo ser responsable el comandante de ella”. Pasando a otro tema advertía: “he notado con mucho dolor que los soldados heridos no son asistidos diariamente con la persona de los oficiales subalternos según lo previene la ordenanza y exige el amor a la humanidad a que son acreedores los defensores de la patria”. Cabe recordar que en la batalla hubo -además de los muertos- un total de 181 heridos y 8 contusos que, dice Benencia, “pueden haber sido más, pues funcionaban en Tucumán cuatro hospitales de sangre”.