La pandemia que tanto contagia, enferma y mata, paradójicamente, está pariendo dos espacios teatrales propios. Más allá de la licencia de esta asociación, La Gloriosa ya firmó todos los papeles de una propiedad que devendrá en salas que se inaugurarán (parcialmente) en 2021, en la zona del Abasto. Y Casa Luján lo hará en un par de semanas, en su emplazamiento de Saavedra 74, pero que será propio.

La noticia cayó de parabienes cuando desde diversos sectores se está reclamando la emergencia cultural; es una bocanada de aire fresco. Algunos nombres cambiarán: el grupo La Vorágine se instalará en lo que se bautizará Puerto Cultural Libertad y en Casa Luján se proyecta la creación de una Sala Teatral Independiente Elba Naigeboren, en homenaje a la emblemática actriz fallecida en noviembre.

Concursos, papeles que van y vienen, cajoneos desidiosos, trámites administrativos y una gran burocracia se extendieron durante más de dos años y formaron a la reactualización de proyectos dentro del Instituto Nacional de Teatro (INT), de donde salió el dinero para las compras.

Y cuando se pronosticaba el cierre de La Gloriosa, de repente, la presión de la comunidad teatral y la redefinición política de algunos funcionarios del INT hicieron que alumbrara su proyecto. Nació con un grupo de chicos que ya no lo son: lleva casi 30 años en actividad, desde que Noé Andrade, Pablo Gigena y Claudio Gigena y luego Víctor Martínez crearon La Vorágine, la sala La Gloriosa y una fundación más recientemente. Despliegan una propuesta experimental y prácticas que incursionan en una estética de cruce de géneros. “Desde hace mucho tiempo nuestro deseo era tener una sala propia en un lugar más amplio que tuviera varios espacios disponibles para actividades diversas e incluso simultáneas. Lo que estamos comprando tiene esas características, es un lugar propicio y prometedor para las artes escénicas locales y nacionales”, cuenta Pablo Gigena. “Va a ser un espacio multidisciplinario, incluso para exposiciones de artes visuales”, agrega Andrade. Y adelanta: “vamos a multiplicar y a potenciar las disciplinas”.

SIN MUDANZA. En dos semanas, Casa Luján pasará a manos propias.

De todos modos, Claudio Gigena aclara que no por tener casa propia va a cambiar la ideología artística: “seguiremos militando con el teatro independiente. El espacio es mucho más grande y vamos a necesitar equipos de iluminación”, pronostica.

El nuevo emplazamiento será en Las Piedras al 1.800, donde funcionaba una Iglesia Adventista. Y cuando se asociaba la religión al teatro como sanador y salvador, en una conversación informal, la madre de los hermanos Gigena aclaró tajante: “Dios salvará más que el teatro”.

Tras las rejas en el ingreso se ve claro el cartel de la Iglesia del Séptimo Día publicitando sus cultos los sábados, y una sala para alrededor de 200 personas se impone para luego dar paso a pequeños cuartos y un amplio fondo que tiene aún muy crecido los yuyos. Martínez responde que la tecnología será más o menos la misma que tienen ahora, pero dependiendo del espacio. “Arriba está pensado para las obras, los escenarios, y aquí abajo para talleres. Hay que cubrir más espacio, tanto en la parte de video como de sonido”, reconoce.

Sin dudar, Claudio Gigena asegura que este proyecto va a requerir el doble de trabajo: “hay que comenzar de nuevo, nos vamos a enfrentar a una realidad que al mismo tiempo va a cambiar la percepción y plantea la necesidad de más público; los nuevos equipamientos son carísimos, y aparte habrá que distribuirlos”.

En la planta alta el espacio parece ampliarse: hay numerosos desechos y residuos que se deben esquivar, y la mirada gana las alturas, donde seguramente el teatro aéreo y físico podrán desarrollarse entre arneses, telas y cuerdas. El tinglado, que será elevado algunos metros más todavía, permitirá los ejercicios y las destrezas en los que investiga en particular Andrade.

Inversión

La inversión que resta no es poca. Los artistas prevén desde recitales simultáneos a obras de mediano a gran formato simultáneas también cuando esté habilitado, pasando por ferias, fiestas temáticas, acciones culturales colectivas, muestras plásticas, teatro popular e infantil, circo y danza tanto en sala como al aire libre. Y la lista es larga. Porque la puesta en escena del Puerto Cultural Libertad demandará no pocos fondos.

El espacio que se pudo conocer, con sus arreglos, puede albergar todas las artes. En cada una de sus salas más grandes la capacidad permite la ubicación de más de 200 personas. El sitio se encuentra entre el Abasto y Ciudadela, a pocas cuadras del parque Avellaneda y del teatro municipal Rosita Ávila.

¿Y por qué el nombre? “Le pusimos Puerto, porque el mar para nosotros es como la promesa de un mundo amplio, interesante y diverso al que todos queremos partir. Y porque lo soñamos como un lugar que sirva de base para que los proyectos locales naveguen hacia otros puertos del mundo, y a la vez contener los barcos culturales de pequeño y mediano formato que vengan de otras latitudes”, relatan los artistas.

En Villa Luján

El actor y director César Romero fundó Casa Luján hace casi 16 años. Cuenta que luego de haber pasado por muchos obstáculos burocráticos y emocionales, se reinscribió y reactualizó el proyecto en el INT hacía la concreción de su espacio hogar para un nuevo proyecto: la Sala Teatral Independiente Elba Naigeboren. “No sabemos aún cuando se inaugurará, pero seguramente será cuando se flexibilice un poco la actividad mediante el protocolo que esperamos. El nombre de Casa Luján se mantendrá porque es una marca ya reconocida. Lo que probablemente mutará es el espíritu creativo del grupo porque artistas diversos escribieron esta historia. Y el Espacio se desnuda a partir de lo que escriben en estos ladrillos”, dice el artista.

Casa Luján estuvo dedicada durante gran tiempo a la formación de actores y a la creación colectiva, donde se pone mucha energía en el trabajo en equipo, que lleva muchas horas y fuerzas. “Me parece que en el campo formativo seguirá estando ese esfuerzo; ha generado siempre una retroalimentación en este lugar y fue transmitido a las obras de una manera natural y orgánica , porque se armó un mecánismo y sistematización de conceptos e inquietudes o revelaciones que cada proceso y grupo pudieron volcar al espacio”, relata Romero.

Dueños: salas teatrales en el centro y en los barrios

Con la consolidación de los proyectos de Puerto Cultural (en el Abasto) y de Casa Luján (en Villa Luján), gran parte del teatro independiente se convertirá en propietario de sus salas. La Sodería (Villa 9 de Julio), Citá (Abasto), La Colorida (barrio El Bosque), el Círculo de la Prensa y El Pulmón (ambos en el centro) dan un panorama que hace 10 años era inimaginable y más aún cuando nació el Instituto Nacional del Teatro. Los dos grupos reconocieron la gestión política y cultural de Patricia García y Roberto Toledo, las autoridades del INT, que lograron revertir las trabas para los obtener subsidios.