Una nueva modalidad delictiva está proliferando por los campos de la Argentina. En especial, por aquellos ubicados en la zona núcleo. Se trata de ataques a silobolsas que contienen soja o maíz. La particularidad de estos hechos es que los delincuentes no buscan quedarse con un botín, sino sólo ocasionar un daño económico al productor.

Recientemente, en la localidad cordobesa de General Levalle (al sur de la provincia mediterránea), delincuentes rompieron siete silobolsas que guardaban soja y maíz. Cada bolsón almacena unas 220 toneladas, lo que implica un daño potencial para 1.100 toneladas de soja y para 450 de maíz.

El perjuicio en dinero, tomando la cotización de estos granos en la Bolsa de Comercio de Rosario ($ 15.700 la tonelada de soja y $ 8.500 la de maíz), supera los $ 21 millones.

Y no se trata de un episodio aislado. Por el contrario. Sólo en Córdoba ese fue el tercer caso en menos de un mes. Previamente dos tambos -uno en la zona de Pampayasta Norte y el otro, cerca de Villa María- habían sufrido sendos ataques, con idéntico modus operandi: rotura de silobolsas que contenían reservas forrajeras, sin que los delincuentes se llevasen nada.

En el segundo tambo rompieron cinco silobolsas de maíz -370 toneladas-: el alimento de 500 vacas durante seis meses.

Días atrás también se registró un atentado de este tipo en la zona de San Jerónimo Sud (Santa Fe). En este caso, no sólo cortaron la silobolsa, sino que arrojaron fungicida sobre las 100 toneladas de soja que quedaron desparramadas. Con este producto resulta imposible de vender, porque no pasa los controles. El productor perdió más de $ 1,5 millón.