Si la injusticia se animara a jugar un partido en soledad, la mira sobre los futbolistas argentinos sin contrato profesional desde al 1 de julio pasado haría base apenas en los 220 de la extinta Superliga. El fútbol no se reduce a la A; es un todo que abarca desde la elite hasta ligas menores con fichas registradas en la AFA. Entonces, la sumatoria de trabajadores sin club rellena un campo castigado en el país desde hace tiempo: el casillero del desempleo. Y si apuntamos hacia la Asociación de Fútbol Argentino, por la decisión de suspender los promedios hasta 2022, hablamos de la que la AFA, directa o indirectamente, priorizó darle una bocanada de aire fresco a instituciones fundidas por malos manejos propios y grandes contrataciones sin éxito. La AFA liberó la zona para que los clubes respiren y no se endeuden, porque en todas sus divisionales no habrá pérdidas de categoría.
Lo curioso es que no habrá descensos pero sí luchas por los ascensos. O sea, un mundo descompensado por donde se lo mire. Ante la falta de dinero, los planteles se han desmembrado.
San Martín, sin ir más lejos, es uno de los más vapuleados a partir de esa decisión arbitraria de la AFA. Ante una pandemia que le está quitando por ley su pase a la A, porque hasta que se jugó la Primera Nacional era el mejor de su zona -la 2-, el “Santo” perdió 18 jugadores después del 30 de junio, en su mayoría titulares. Los perdió por no contar ingresos genuinos para poder afrontar sus contratos, porque el fútbol está parado por el coronavirus y porque sin futuro seguro a la vista es complicado seguir endeudándose.
Hasta antes de la fecha despedida de un plantel que se hizo grande en la cancha -y que fuera de ella incluso colaboró poniendo dinero de su bolsillo cuando se bajó el telón del torneo-, desde la directiva “Santa” contaron su realidad: la institución necesitaba alrededor de $ 16 millones para sostener la estructura de su plantel profesional. ¿Cómo hacerlo si el show no puede continuar? Y habiéndose desintegrado casi por completo, San Martín necesita alrededor de $ 2 millones para mantener las cuentas en cero, suma que su presidente, Roberto Sagra, confirmó que aportará de su propio bolsillo.
Si la AFA hubiera confirmado el ascenso a la A de los de Bolívar y Pellegrini, así como el de Atlanta, el otro líder de la zona 1, un cheque de las empresas que transmiten por TV el fútbol de Primera hubiera mantenido vivo al grupo y sostenido el día a día de pagos. Habrá que esperar al TAS. Suena injusto, como también suena aterrador cuando las noticias se centran en los contratos de Carlos Tevez o de otras figuras rutilantes locales que esperarán, quizás sin prisa, una propuesta laboral sabiendo que hay margen en la cuenta bancaria.
Cristian Lucchetti, el símbolo de Atlético, fue concreto en su momento: “el 10% de los jugadores de Primera pueden estar seis meses (o más) sin cobrar su sueldo. El resto, no”. ¿Y los de categorías menores? Sobreviven como pueden.
La FIFA creó un fondo de U$S 1.500 millones para socorrer a sus asociaciones afiliadas afectadas por la pandemia. Colaborará con un dinero y hasta cederá créditos de hasta U$S 4 millones para la entidad que lo solicite.
Pensemos nuevamente en los de abajo, en los futbolistas que juegan por pasión pero que tienen dos o tres trabajos para mantener a sus familias; en las chicas del fútbol femenino, en los héroes anónimos. A ese mundo sin luces y de lucha debería llegar la ayuda.