Bikers en grupo. Runners unos al lado de otros. Reuniones sociales de más de 10 personas y en espacios reducidos. Canchas de fútbol 5 con “picaditos” tradicionales. Las selfies abrazados para retratar los reencuentros, las caminatas y las mateadas en los paseos públicos. Muy rápidamente, las imágenes que no debíamos mostrar como sociedad se multiplicaron casi con la misma velocidad que los contagios de coronavirus.
Hasta hace dos semanas, Tucumán venía sorteando con éxito los embates de la pandemia. Con estrictos controles, con una sacrificada cuarentena y con las medidas de bioseguridad la provincia logró pasar del Aislamiento Obligatorio al Distanciamiento Obligatorio. Sin embargo, en esta nueva fase es evidente que los tucumanos no logramos aprender a convivir con un virus al que le perdimos el respeto.
“Preocupa que la gente no siga los protocolos. Vemos personas sin barbijo, una muy cerca de otra. Cualquiera puede tener el virus. Entre los últimos positivos hemos descubierto a muchos que participaron en actividades que no están permitidas, como fiestas y asados multitudinarios”, dijo la semana pasada el secretario Ejecutivo Médico del Siprosa, Luis Medina Ruiz. “Sabemos que esto se podría haber evitado si se hubiera cumplido con todas las recomendaciones”, dijo también la ministra de Salud, Rossana Chahla.
Sus advertencias son repetidas por todo el equipo de salud y respaldadas por los expertos en epidemiología. Porque si bien es cierto que hay una gran cuota de responsabilidad de los funcionarios en hacer cumplir las normativas y disposiciones, no es menos cierto que la responsabilidad ciudadana es indelegable. Desde lavarnos con frecuencia las manos, cargar el alcohol en gel, usar el barbijo hasta respetar el distanciamiento social. Cada una de nuestras acciones impacta de manera negativa o positiva en el otro. Y caer en los abusos no nos ayudará a superar esta situación de emergencia
Por más controles que se intensifiquen, la conciencia colectiva y la solidaridad no pueden ser reemplazadas. Todos los especialistas del mundo coinciden en que hasta tanto haya vacunas o medicamentos, la única prevención eficaz para el coronavirus es el distanciamiento social.
Tucumán está en alerta máxima. Desde ayer ha comenzado por dos semanas una nueva etapa, que requiere nuevamente de nuestros esfuerzos. Para salir de esta crisis será fundamental tener un comportamiento sensato frente a la pandemia. Es complejo y sacrificado, pero es la única salida posible. Las experiencias de otros países del mundo han demostrado que el descontrol social y el relajamiento de las medidas de bioseguridad son los principales aliados del coronavirus.
Los tucumanos debemos comprender que el no cumplimiento de las normas sólo nos depositará nuevamente en el inicio de esta pandemia, con todas las restricciones que eso implica y el daño para la economía provincial y para miles de familias. La libertad es también un acto de responsabilidad, por eso quienes salen de sus casas por distintas razones deben hacerlo tomando los recaudos correspondientes.
Las dos semanas por delante serán determinantes para que la provincia pueda mantenerse en fase 5, con libertades ambulatorias y una economía en marcha. Del comportamiento de todos depende que podamos lograrlo.