Cuando LA GACETA encendió sus máquinas aquel 4 de agosto de 1912, la provincia era una aldea que empezaba mirar al mundo. Era el Tucumán de los momentos del Centenario de la Independencia y en ese ciclo de crecimiento y de afianzamiento de la identidad y los valores de la sociedad nuestro diario se insertó para acompañar la vida cotidiana de los tucumanos. “Preferentemente haremos información de todo lo que pueda interesar a las más altas como a las más modestas clases sociales. Pero no renunciaremos, por eso, a lo que consideramos la gran fuerza del periodismo: el juicio sobre los hombres y sobre las cosas que aparecen ante su ojo escrutador, en los amplios campos de la política, el comercio, la industria la sociabilidad... de todo lo que es acción y vida”, decía el editorial inaugural, titulado “Cerrando el paréntesis”.
Fue el comienzo de un vínculo profundo de LA GACETA con los lectores, a los que les llevó las noticias más importantes de la actividad local y del mundo.
Por sus páginas pasaron los hechos históricos más trascendentes: los buenos, los malos, las crisis, los avances, los esfuerzos del hombre por hacer de este planeta un lugar mejor o por impedir que las ambiciones humanas lo degraden. Tan fuerte fue esa comunicación con los lectores que en Tucumán el canillita se llama gacetero. La clave ha sido siempre la búsqueda de la verdad, con hechos narrados en forma objetiva, desde un lugar neutral, con información chequeada e independiente de las presiones del poder.
Nuestro diario fue asumiendo los desafíos de los tiempos. De los cambios de modernas rotativas para jerarquizar las ediciones en papel –modalidad que sigue llegando cada mañana a las casas de los tucumanos- el progreso tecnológico y la era digital llevaron primero a nuestra edición on line –hace 23 años- y luego a las diferentes plataformas (impresa, digital y televisiva) con que LA GACETA no sólo informa durante las 24 horas sino que intercambia con sus lectores a través de líneas de WhatsApp, e-mail, telefonía móvil, Facebook, Twitter, Instagram o YouTube, y entrega producciones multimedia y transmisiones en vivo a través de LG Play.
Las formas de la comunicación se han diversificado a medida que la tecnología ampliaba las posibilidades para los usuarios a través de portales, blogs y redes sociales y eso cambió al periodismo. Hoy el llamado ecosistema informativo ha generado una proliferación de voces y la difusión por las redes sociales de las “fake news”, o noticias falsas diseminadas por autores anónimos –inocentes o maliciosamente interesados- que suman confusión e incertidumbre, lo cual se ve y se sufre a diario en estos tiempos de la pandemia. También han contribuido a la creciente hostilidad, puesto que la comunicación en redes está fuertemente hecha de emociones y la velocidad con que se ejecuta carece del chequeo responsable y de la meditación que requiere el buen periodismo, así como del juicio crítico de la realidad.
Esta ha llegado a ser, por ello, una de las tareas centrales en nuestro medio, que a los 108 años sostiene enfáticamente el desafío del rigor informativo, de las investigaciones y de la búsqueda de historias que describen a nuestra sociedad, así como del acompañamiento a las inquietudes de los ciudadanos, tal como fue desde el primer día, aquel domingo 4 de agosto de 1912.