PORTLAND, Estados Unidos.- La violencia derivada de las tensiones raciales no para de escalar en Estados Unidos y ahora sumó otro muerto: un hombre de 48 años, sospechoso de matar a tiros a un manifestante de extrema derecha en la ciudad de Portland, Oregon.
Michael Forest Reinoehl fue abatido a tiros por agentes federales que intentaron detenerlo en Lacey, estado de Washington, 195 kilómetros al norte de Portland.
Reinoehl -que se describió en redes sociales como “100% Antifa”, o antifascista- era buscado como principal sospechoso de la muerte de Aaron Danielson, de 39 años, que fue baleado en el pecho, el sábado pasado, cuando recorría el centro de Portland junto a una caravana de simpatizantes del presidente, Donald Trump.
Este es último eslabón en una cadena de violencia que se disparó el 25 de mayo, tras el asesinato de George Floyd a manos de un policía blanco. Las protestas que le siguieron dan cuenta de que la brutalidad policial no es un hecho aislado, ni un fenómeno reciente.
Ejemplos de ello son los disturbios de Los Ángeles en 1992, tras la absolución de cuatro policías blancos que habían matado a golpes al taxista afroestadounidense Rodney King un año antes. O las protestas de 2014, tras la muerte de Eric Garner en Nueva York. Los casos más recientes fueron los de Breonna Taylor, asesinada en su propia casa, y el de Jacob Blake, al que policía le disparó siete veces, por la espalda.
Según la socióloga Esther Pineda, autora del libro “Racismo y brutalidad policial en Estados Unidos”, la elección de Barack Obama en 2008 creó la ilusión de una era de superación del racismo. Sin embargo, ocurrió lo contrario: “un afroestadounidense en la Casa Blanca profundizó el miedo a la pérdida de control y de poder de los sectores conservadores y reavivó las tensiones raciales”. Así fue que se reorganizaron grupos de odio como el Ku Klux Klan, el movimiento neonazi, neoconfederados, entre otros. Desde 2008 aumentaron los episodios de brutalidad policial contra los negros.
“Este pensamiento racista fue capitalizado por Trump, quien durante su mandato mantuvo una narrativa que apunta a la construcción de otredades, un fuerte discurso antinmigración y una desmesurada criminalización de las minorías”, explica Pineda.
Su contrincante, Joe Biden, intenta ganar el voto de la población racializada y antirracista al poner como compañera de fórmula a Kamala Harris.
Así las cosas, las próximas elecciones se desarrollarán en medio de fuertes tensiones raciales y se debaten entre reelegir o rechazar una política de abiertamente racista, enfatiza Pineda. (Télam-Reuters)