La discriminación es una forma de violencia que golpea en el corto, en el mediano y en el largo plazo. Que deja huellas duraderas en las víctimas. Discriminar implica suponer que alguien es mejor que otro. Que una raza, un género, un aspecto físico determinados hace que algunos seres humanos sean mejores que otros, suposición o creencia que ha sido responsable, durante siglos, de guerras, crímenes y toda clase de vejámenes y humillaciones.
Si bien en este siglo XXI se avanzado social y culturalmente en la lucha contra la discriminación, especialmente a partir de la creación del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), en 1995, todavía falta mucho por hacer. A mediados de este mes, en Mar del Plata, la modelo tucumana plus size Sofía Ortiz fue discriminada cuando quiso entrar en un boliche. No la dejaron entrar bajo la excusa de que no había lugar, pero ella y sus amigas habían reservado un espacio. De hecho sus amigas ingresaron, sólo a ella le negaron el paso.
La psicología ya ha explicado, en reiteradísimas ocasiones, que las víctimas de hechos discriminatorios tienden a culparse por lo sucedido y a sentir vergüenza por el abuso o discriminación padecida, que lleva a que muchas no hagan la denuncia.
Por eso, el caso de Sofía ha cobrado tanta importancia, porque la joven no sólo denunció ante el Inadi el hecho que sufrió sino que también lo hizo público a través de los medios de comunicación y de sus redes sociales. Y -según anunció- planea también presentar una denuncia de tipo penal en la Justicia. Recordemos –y no lo olvidemos nunca- que en la Argentina, afortunadamente, discriminar es un delito.
“Me parece que atrasan a la sociedad”, dijo Sofía en sus declaraciones y su mensaje a quienes sufren de discriminación fue: “no se sientan mal al difundir este tipo de comportamiento, que en el siglo en que estamos es inaceptables”. Por eso es importante conocer los derechos.
El delegado local del Inadi, Guillermo Pablo Gutiérrez, destacó al ser consultado sobre el caso de Sofía, lo siguiente: “No existe ningún tipo de normativa para negar el ingreso de una persona a un local. El derecho de admisión es claro y sólo rige cuando el propietario se ve afectado en un acto violento dentro de un local comercial”.
Gutiérrez hizo hincapié en que el derecho de admisión está muy mal entendido y que por eso es necesario conocer la ley. También remarca que es tan importante denunciar este tipo de hechos ante el Inadi como hacerlo ante la justicia penal. Con él coincidió David Lozano, dueño de un boliche tucumano. “Si yo sé que una persona peleó un día en el boliche, y bueno, tengo la facultad de no dejarla pasar porque ya causó disturbios. Para eso es el derecho de admisión, no para discriminar por el aspecto físico”, especificó, a la vez que lamentó que sigan ocurriendo este tipo de procedimientos. También valoró la decisión de la joven de hacer público su caso.
“Es una manera de concientizar para que no pasen más este tipo de cosas. Estamos en una época donde no está bueno juzgar por eso, por el aspecto físico”, subrayó.
En ese contexto es fundamental que tanto el Inadi como muchos otros organismos del gobierno, tanto nacionales como provinciales y municipales pongan en marcha campañas de concientización sobre este tema.
Sería muy positivo que el Inadi cuente con más recursos legales para luchar contra esta forma de violencia y que las víctimas siempre tengan una oficina a mano donde acudir y donde se las escuche y se las acompañe.