El destino de la propuesta de Marcelo Gallardo, con seguridad, era el triunfo. No modificó mucho sus ideas durante el Superclásico ante Boca, pero le alcanzó para no perder. Hubo momentos de superioridad que no los aprovechó y eso le costó resignar dos puntos en la cancha más difícil por la histórica rivalidad.
Durante los primeros 20 minutos del primer tiempo el planteo del equipo de “El Muñeco” fue soberbio, propio de un grande ante otro grande. Los cambios funcionaron bien: Jonatan Maidana fue sólido en la defensa y Fabrizio Angileri con Agustín Palavecino se entendieron por la izquierda. Mantener lo planteado con inteligencia haciendo circular el balón, una posesión que impacienta a cualquier rival, multicampeón o un equipo incipiente, era el plan a mantener en La Bombonera vacía (en la que se escuchaba clarito cada reclamo, indicación o lamento). Desde el banco, Gallardo arengaba para mantener el rumbo.
Boca no lo supo resolver y la mayoría de los intentos terminaban en faltas como la que condicionó a Carlos Zambrano y que le costaría muy caro en el segundo tiempo.
La estrategia se mantuvo tanto con el marcador en blanco, también cuando el “Millonario” estaba en desventaja y siguió con la misma tónica cuando el partido volvió a estar igualado.
Quizás si en esos momentos en los que la pelota estaba a merced de River, los hombres de Gallardo hubiesen sido un poco más intensos, la historia hubiese sido otra. El remate de media distancia y los centros podrían haber mutado hacia algo más incisivo con la pelota por el césped antes que por el aire.
Si todo fue parejo en el Superclásico, lo único que no fue equilibrado es que River se haya ido al descanso más tenso que su rival. El “Xeneize” pudo usar el receso para ajustar; el “Millonario”, en cambio, tuvo que pensar en cómo no perder cuando fue un poco más superior. Frustrante de verdad.
En el complemento, al tiempo que River lograba imponer lo que quería, también sucedía algo contraproducente: la energía estaba concentrada en atacar y los espacios para que Boca le generara más peligro a Franco Armani se abrían.
El habitual arquero de la Selección argentina tuvo intervenciones clave ante Carlos Tevez y Sebastián Villa en una misma jugada y con un manotazo ante la presencia de Gonzalo Maroni. Eso, a River lo dejó con signos vitales más fuertes y se animó a más.
Minutos después fue que el “plan Gallardo” tuvo el toque que dejó el pulgar en el medio y no para abajo. Palavecino, su apuesta, la sorpresa entre los cambios que decidió hacer, marcó el gol del empate. La modalidad de la jugada era una de las que venían empleando durante todo el Superclásico: centro al área.
La primera vez que Angileri desbordó con éxito a Nicolás Capaldo llegó el gol. Mérito de Palavecino, primera vez titular, por el gesto técnico que concretó al arquearse perfectamente para cabecear dejando sin chances a Andrada.
River continuó mejorando, pero llegó la expulsión de Milton Casco. Cuando River había recobrado el aliento sufrió la baja en la defensa. Pese a ello tuvo una situación muy clara a un minuto del final con el centro de Federico Girotti, recién ingresado, que pegó en Carlos Izquierdoz. La pelota hizo una parábola de ciencia ficción y no entró.
River se fue con un punto, pero con sabor a poco: quedó con siete unidades en el grupo 2, fuera de la zona de clasificación.