En “Ellos hicieron”, Solana Colombres rescata las historias de empresarios tucumanos que, con humanismo y estoicismo, llevaron adelante la gesta de levantar y sostener empresas. La autora ofrece los casos de Marcos Paz Posse, Ricardo Neme (Censys), Martín Méndez Uriburu (Méndez Collado), Joaquín Ordeñana (Limpito), Oscar Castillo (Castillo), Álvaro Bulacio (Argenti Lemon), Daniel Dessein (LA GACETA) y Juan Padilla (Citric) como ejemplos inspiradores de iniciativa privada.
La tucumana presentará su obra en sociedad mañana a las 19 en el Sheraton Tucumán, y uno de los encargados de esa noble tarea (junto con Ezequiel Martínez, ex director adjunto de la revista Ñ y de la sección Cultura de Clarín) es Diego Cabot, prosecretario de Redacción del diario La Nación. El periodista que reveló el entramado de pagos de coimas del sector privado a los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner. Esa investigación, que se conoce como “Los cuadernos de la corrupción”, involucra a empresarios que no fueron un modelo a seguir por la sociedad. Decenas de ellos pasaron a declarar por Comodoro Py. Algunos, como “arrepentidos”. Otros, no. Muchos (sobre todo para la historia de este país) fueron detenidos.
- Todo un contraste entre los casos modélicos y los que se encuentran en los cuadernos.
- Me llama la atención que el mundo empresario en la Argentina, en los últimos años, está connotado con algo negativo. Eso tiene algunas razones. Los empresarios de alto perfil son de grupos que tienen fuertes relaciones con el Estado. Entramos a un mundo donde el Estado, como regulador, contratista, comprador, pagador, se toca con el sector privado. Y la percepción que hay es que ese es un lugar oscuro. Pero la verdad es que en la Argentina hay otros empresarios. Que luchan. Que la pelean. Y que no se benefician del Estado, sino que lo padecen. Y pese al Estado generan bienestar y generan riqueza legítima. Lo que sucede es que ese mundo de empresarios, lamentablemente, en los últimos años ha decidido ser representado por otro tipo de empresario, con más negocios regulados. Y entonces el vocablo está negado de manera negativa para un sector de la sociedad que no reconoce virtuosismo en el empresario. De allí que hoy muchos empresarios esconden su bienestar, mientras que pareciera que un político rico a nadie le llama la atención. Para mí, el empresario es una figura central en la Argentina. Soy muy crítico de los empresarios que no hablan: la palabra empresaria debe ser parte del debate. He tenido múltiples desencuentros con empresarios que vienen a palmearte la espalda para pedirte que vos hagas un título con sus palabras y yo les digo: “¿por qué no lo contás?”
- Justamente, en el libro “Los cuadernos”, decís cuanto menos en tres capítulos que muchos de los que hablaron en Tribunales son los que te mentían en la cara que no había pedidos de coimas del Gobierno.
- Lo amargo que me queda es la decisión de esos empresarios de volver al silencio. Y la imposibilidad de hacer una autocrítica. Podrían haberlo hecho. Podrían haberlo contado en tribunales y generar un sector distinto. Eso no sucedió. Ahora todos volvieron al silencio. Lo único razonable es que asuman las responsabilidad. Nadie puede suponer que bajar plata en bolsos a una cochera para dársela a funcionarios no es delito.
Ya en la causa, Claudio Uberti, ex funcionario del Ministerio de Planificación Federal, implica sin medias tintas a Cristina Kirchner. La resolución del juez Claudio Bonadio que la procesa habla de “colusión” entre empresarios y funcionarios. Y en noviembre, la Cámara de Casación Penal declaró válidos los testimonios de los “arrepentidos”. Esto último detonó un terremoto en las relaciones entre los “K” y Alberto Fernández.
- En el terreno procesal, las acusaciones están más firmes que antes. Y ahí está la impaciencia de Cristina. Por eso hay tanto encono con esas causas. Las causas más importantes en las que Cristina está procesada, como “Obra Pública”, “Hotesur”, “Los Sauces” y “Cuadernos”, que la complican mucho a ella o a su familia, están avanzando a ritmo muy lento, pero no se ha desarmado ninguna estructura jurídica ahí adentro.
- Y por eso el encono con el Ministerio de Justicia...
- Ni vos ni yo sabemos qué acordó Cristina con Alberto aquella mañana de 2019 en la que él fue como un dirigente de segunda línea a tomar un café y salió virtulamente Presidente. Pero esa mañana se firmó un contrató, figuradamente. Y alguna de las cláusulas tenía que ver con la cuestión judicial. Pero ese acuerdo no ha podido ser operativo.Ahí tenemos otro tema: Cristina quiere reivindicación y venganza. Y eso, en el sistema judicial argentino, no es posible. Ella puede llegar a perseguir y lograr la inocencia en algún punto, pero la reivindicación judicial que pretende no existe. Y atravesamos un momento de extrema delicadeza ante la posibilidad de suplantar el régimen institucional actual por uno que pueda generar ese tipo de cosas.