Fue un paisano que anduvo cantando por el mundo. En las alforjas de su espíritu viajaban siempre estos cerros. “Cuando estoy afuera de la tierra es porque la tierra está dentro de mí. Si pienso en Tucumán, me encierro en el cuarto del hotel y toco tres zambas. Entonces Tucumán se me agranda y la veo clarita como el agua. Miento, más clarita que el agua”, decía. Hace más de una década, se concretó la idea de erigir un museo en homenaje a Atahualpa Yupanqui en Acheral, pueblo al que cantó en “Luna tucumana”, zamba que se ha convertido en nuestro himno provincial.
Su inauguración se produjo en julio de 2009, con la exposición itinerante “Siempre vuelvo a Tucumán”, organizada por la Fundación Yupanqui y el Ente Tucumán Turismo, que reunía diversos momentos de la vida del músico y poeta. El comisionado rural de Acheral dijo en la ocasión que la idea era revalorizar el pasado del pueblo, que estaba abandonado. “Los vecinos están muy contentos. Ahora llega gente de otras provincias y hasta turistas extranjeros para conocer nuestro pueblo, a través de los tesoros de Atahualpa Yupanqui que guardamos acá”, afirmó.
En 2013, el museo cerró sus puertas por razones presupuestarias. El responsable del Ente de Turismo indicó en la oportunidad que se lo reabriría solo con el material de Yupanqui que tiene la provincia, no con los de la fundación. “No es una cuestión de dinero sino de objetivos. El proyecto original prevé una inversión de $7 millones. Porque Acheral es la puerta de acceso a los Valles Calchaquíes”, afirmó.
Luego sobrevino el silencio, ese que suele producirse luego de muchos anuncios, cuyas palabras se lleva el viento. Hace pocas semanas, el Poder Ejecutivo envió a la Legislatura un proyecto firmado por el gobernador y su ministro de Desarrollo Productivo, por el que se solicita la sanción de un proyecto de expropiación de una serie de terrenos ubicados en la intersección de las rutas 307 y 38, para levantar en Acheral un museo en recuerdo de don Atahualpa. Se consigna que el emprendimiento será explotado por el Ente Autárquico Tucumán Turismo o a través de terceros a quien podrá concesionarlo. El objetivo es instaurar “un recurso turístico superlativo que tenga la capacidad para atraer y redireccionar flujos turísticos nacionales e internacionales hacia el circuito sur” de Tucumán. “El museo apunta a conformarse como un espacio emotivo que permita descubrir parte de su vida y obra. Los contenidos estarán expresados de manera artística, con técnicas de exhibición que incluyen efectos escénicos”, señala la iniciativa.
Si se hiciera realidad esta idea, se estaría rindiendo gratitud a un creador, una de las figuras centrales en la cultura argentina, que hacía gala de su tucumanidad a donde iba y le dedicó a esta tiene una veintena de piezas. Tal vez, se podría debería redoblar la apuesta y organizar en el hipotético museo, por ejemplo, con el apoyo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT, del Gobierno y de la Academia Nacional del Folklore, un congreso yupanquiano, cuyo objetivo fuese debatir y difundir los distintos aspectos de su obra musical y literaria. Todos los años podría hacerse un encuentro musical en el que se interpretara su vasta producción. Podría estrenarse quizás en Acheral “La palabra sagrada”, la cantata compuesta en París en 1989, con música de Juan José Mosalini y Enzo Gieco. Fue escrita por Yupanqui especialmente para el bicentenario de la Revolución Francesa.
Luego de estas vicisitudes que reflejan una vez más la falta de seriedad con que se encaran muchas veces estos asuntos de nuestra cultura, en buena hora que se rinda un homenaje digno a don Atahualpa Yupanqui, cuyo nombre es apenas recordado por un lejano pasaje de esta ciudad.
Sería lamentable si este proyecto quedara entrampado en la grieta política entre el gobernador y su vice. Si ello ocurriera significaría que las ambiciones personales siguen estando por encima del interés común y de las cosas que tienen que ver con la identidad.