De la falta de explicaciones al exceso de documentación; de preguntas puntuales a respuestas generales; del orden al desorden; de cuidar los tonos a la pérdida de la compostura; de medir excesivamente los modos a los exabruptos; y de un distanciamiento en el peronismo a un divorcio que a estas alturas parece insalvable.
Por esas sensaciones navegó la sesión parlamentaria de ayer, a la que asistió el ministro Juan Pablo Lichmajer para evacuar las dudas de los legisladores en materia de Educación, conforme lo establece el Artículo 57 de la Constitución de Tucumán. Citación realizada por los radicales José Ricardo Ascárate y José María Canelada que posiblemente nunca hubiera prosperado si la grieta oficialista entre el gobernador Juan Manzur y el vicegobernador Osvaldo Jaldo no estuviera más abierta que nunca y los ánimos, en su pico de tensión.
En total fueron 11 horas corridas en las que el funcionario de la Casa de Gobierno no se movió de su silla. Llegó entre manifestaciones en contra y a favor en la calle. Se sentó en el centro del recinto minutos después de las 9, de cara de los legisladores, y se puso de pie recién 20.04. En todo ese tiempo no se levantó para ir al baño, le sirvieron tres o cafés, y apenas si se hidrató y “picó” algo. Fue un mensaje no verbal de fortaleza, al igual que las 19 cajas con 27.000 fojas de documentación que hizo ingresar con sus asistentes. Una suerte de: “me querían, aquí estoy; pedían información, aquí la tienen”.
Lichtmajer se tomó seis horas para argumentar las 43 preguntas que le hizo llegar la Cámara -vía resolución- y cinco para escuchar y responder las repreguntas de una veintena de parlamentarios. Se mostró respetuoso y conciliador en su alocuciones, y estoico y abierto al diálogo ante los embates. “Respuestas no nos faltan, pero no tenemos la verdad revelada”, fue una frase que lanzó. “La única forma de mejorar es evaluando”, fue otro de sus dichos. Y lo de ayer fue justamente un examen, del que el ministro se retiró sin conocer cómo le fue: la Legislatura mocionó -con el rechazo de Lealtad Peronista- que en la próxima sesión se decida si se aprueba o no la exposición en base a lo expuesto y la documentación de las cajas.
Las primeras seis horas fueron un monólogo monocorde. Lichtmajer se apoyó en un informe de unas 300 páginas para responder un cuestionario que tenía los temas más ásperos a la cabeza y los más suaves en la cola. Entre otros estaban: nombramientos realizados “ad referéndum” del Poder Ejecutivo entre 2018 y 2021 que se habrían dado de modo irregular; estado edilicio de casi 1.300 establecimientos y cantidad de personal auxiliar; situación del padrón docente; rendimiento de cuentas de fondos destinados para Educación; conectividad en las escuelas; y la calidad educativa en la provincia.
La sensación generalizada que quedó en el recinto fue que las primeras respuestas del ministro fueron intrincadas, demasiado contextualizadas, con mucho foco en la gestión de Juntos por el Cambio y que se alejaban de consignas muy específicas. Sin embargo, esa percepción tendió a aplacarse conforme avanzaba con el desarrollo y se alejaba de la zona “caliente” del cuestionario. “A veces contestar no es convencer”, fue una frase que usó al ser cuestionado en las repreguntas. Al finalizar, los 14 legisladores de Lealtad Peronista le brindaron un caluroso aplauso.
Recinto picado
La segunda parte de la cita interpelatoria tiñó las planillas, los delantales y las tizas con todo tipo de matices políticos. Lichtmajer aprovechó para subrayar con rojo que podría haber sido invitado y no interpelado, tal como había sucedido en julio de 2020. “¿Qué cambió en un año?”; y “el diálogo entre poderes es natural, pero también podría estar invitado, como ocurrió otras veces”, fueron algunas de sus expresiones.
Los radicales le respondieron que si se llegó a esa instancia es porque durante un año no tuvieron respuestas de parte de su Ministerio ante reiterados pedidos de informes. Y la bussista Nadima Pecci planteó que la citación “no fue un atentado a la gobernabilidad, como se quería instalar en la previa”.
Aunque el manzurismo intentó acelerar el cierre del debate, Jaldo se plantó: “cuanto antes terminemos, mejor. Pero eso no quiere decir que deba darle o quitarle la palabra a nadie”.
Momentos después, luego de las loas del legislador Gerónimo Vargas Asignasse al desempeño del ministro, el marco del respeto desapareció cuando Sergio Mansilla cruzó abruptamente al jaldista Javier Morof mientras denunciaba supuestos casos de malversación de fondos (ver aparte).
Luego de una seguidilla de exposiciones del PJS y del bussismo enfocadas en la materia educativa, y de discursos de los peronistas focalizados en la interna y en desdibujado episodio que acababa de pasar, Roque Tobías Álvarez cerró el uso de la palabra.
El jefe de la bancada jaldista (Justicialista de Todos) consideró que la citación al ministro “es un acto que fortalece la democracia”, remarcó que citar a un funcionario no es un insulto ni a él ni a su gestión, y reconoció que existe una interna en el PJ: “¿qué ha pasado (en alusión a los dichos de Lichtmajer)? Es público, no nos podemos hacer los desentendidos. Hay una disidencia y los peronistas tenemos que hablarlo profundamente”.
El ministro, por su parte, consideró que todo lo conversado es de importancia, opinó que la prioridad de toda la sociedad debería ser sostener las clases presenciales y dejó abierta la puerta para avanzar en busca de consensos y soluciones para la educación. "Sería imposible agotar este debate aquí", dijo.