Para el viernes se pronostica un día de sol pleno en la capital tucumana. Ni una nube. Una temperatura mínima, soportable y una máxima, agradable; eso sí con una tremenda oscilación térmica. Ocho y 22 grados. Nada se combina, en cuanto a lo climático, para que Atlético no tenga las mejores condiciones de robustecer su condición de local ante Huracán. El viernes, desde las 19, comenzará el partido con el que el “Decano” retornará a su hogar desde el 8 de mayo cuando por última vez jugó (de forma oficial) en 25 de Mayo y Chile, día en el que goleó a Defensa y Justicia por 5-0.
¿Y si el pronóstico climático no se cumple? ¿Si sucede lo que pasó la última vez que los jugadores del “Globo” pisaron el Monumental? El máximo temor, obvio, pasa por perder, pero también por un miedo que quedó de aquella noche: que la cancha no resista a la lluvia. Esa noche llovió mucho y el campo aguantó hasta donde pudo, pero la dirigencia “decana” puso especial énfasis durante la pretemporada para llevar el margen de error a cero en ese rubro.
Las vacaciones, fueron más prolongadas que lo habitual por la Copa América, dieron tiempo para trabajar en el campo de juego. Una de las falencias “atacadas” fue el sistema de drenaje, el mismo que soportó a medias el diluvio de la noche del primero de marzo cuando el rival del viernes visitaba a Atlético. A los 27 minutos del segundo tiempo, con el partido empatado 1 a 1 y los dirigidos por Omar De Felippe habían sufrido dos expulsiones, el árbitro, Nazareno Arasa, consideró que la pelota no corría lo necesario como par seguir jugando.
Cuatro meses más tarde, con los trabajos realizados, Atlético no le teme a un posible cambio drástico del pronóstico. La mejora en el sistema de drenaje, es uno de los cuatro puntos en los que se concentraron las tareas.
Lo que pasa en el piso subterráneo del campo de juego de cualquier estadio, incide directamente con lo que pase arriba. Ese primero de marzo el agua cayó de manera sostenida e iracunda durante todo un día. Algunos sectores resistieron más que otros y eso tuvo que ver con que en el trabajo anterior que hicieron bajo el campo, llegó hasta determinados sectores. Esta vez, ampliaron las tuberías con las que se realiza el drenaje y la cancha está cubierta en una mayor parte.
Es por eso que varias mañanas de invierno, el césped rodeado por las tribunas (que volverán a lucir vacías el viernes), en vez de tener a los jugadores realizando prácticas, tuvo a otros protagonistas. Señores mayores de 50 años manipularon con la misma concentración que los futbolistas manejan el balón, palas, picos y máquinas sobre el campo.
Las labores se hacen todos los años y en el mismo momento, pero ahora tuvo ciertas particularidades. Por ejemplo, el uso de agroquímicos, los mismos que se usan para los campos de golf. Ayer, a pocos días del estreno de local para el equipo, pudo comprobarse que los trabajos sirvieron y dejaron el césped en perfectas condiciones.
Todas las reformas dejan al estadio José Fierro más lindo, eso sí. Sin embargo, la meta más importante es que sea una fortaleza. En el torneo anterior, de local el equipo no tuvo esa regularidad que pidió el entrenador en las últimas horas: ganó tres, empató dos y perdió dos.
Atlético ya tuvo una lección en la primera fecha: sumar fuera de casa será difícil. Luego de la derrota ante Lanús 4 a 2, será crucial obtener una regularidad de triunfos de local y sumar puntos siempre. Algo en lo que la hinchada, siempre intimidante del “Decano”, seguirá sin poder ayudar en lo inmediato. Mientras tanto, alistar el estadio para ese objetivo es una buena medida cuyo éxito se podrá evaluar ante Huracán.