Revolución es el concepto más mistificado en la cultura política del siglo XX. Se piensa en términos de bien o mal, fundación trauma. 1959 no sólo produjo un nuevo orden y un nuevo repertorio cultural en el marco de la guerra fría. Tuvo como consecuencia la división de los cubanos en identidades dicotómicas.
Durante más de 60 años se simplificó el proceso histórico y se lo naturalizó en mito. El gobierno fue comunista desde 1970; en 1989 con la caída de la URSS se transformó en nacionalista martiano. Estas reformulaciones no atenuaron las restricciones impuestas desde afuera y desde dentro.
Rafael Rojas introduce la noción de guerra de la memoria entre los herederos de estas décadas. Como señala Padura Fuentes, “La Habana es hoy, física y humanamente, una ciudad atrapada entre su pasado y un futuro convertido en signo de interrogación bajo sus piedras”.
Tanto en la isla como en la diáspora llaman artistas e intelectuales, eligen alternativas: salida, voz y lealtad. Pero muchos terminaron en la disidencia y el silencio. Los cubanos de afuera son exiliados del espacio; los de adentro, exiliados del tiempo, afirma Rafael Rojas. Hay una curiosa nostalgia del pasado y del futuro.
Cabrera Infante afirma que “La historia, es decir el tiempo, pasará, pero quedará siempre la geografía, que es nuestra eternidad”. Como mucho antes lo había aquilatado Virgilio Piñera: “un pueblo permanece junto a su bestia en la hora de partir, aullando en el mar… siempre más abajo, hasta saber el peso de su isla; / el peso de una isla en el amor de un pueblo”
En la revolución hay un pasaje de la utopía al desencanto, que hace a Iván de la Nuez hablar de la fantasía roja que atrapó a intelectuales como Sartre, Sontag, De Beauvoir, etcétera. Hoy Cuba se ha convertido en una ciudad donde el turista se mueve entre las ruinas y asiste al museo de la revolución contiguo a la fiesta tropical. En ese pasaje del mito revolucionario a la fantasía habanera, la nostalgia se apodera de la cultura, la crisis económica se ahonda.
El desencanto de la cultura
El romance inicial entre el Estado y los artistas se vio interrumpido en 1971 por el caso Padilla, que mereció la condena internacional. Hubo quienes como José Lezama Lima y Virgilio Piñera optaron por el exilio interior. Y otros, como Guillermo Cabrera Infante y Reinaldo Arenas, no tuvieron otra alternativa que salir de la isla, en medio de la repulsa de sus conciudadanos. Hasta hoy se registran expulsiones de la UNEAC. El poeta Raúl Rivero, encarcelado en 2003, escribe: “Cerrar puertas es una profesión / Una especialidad / Un crimen que cometemos todos los días / En nombre del temor”.
En 2020 dos masivas concentraciones por la libertad de expresión fueron organizados por el Movimiento San Isidro. El diálogo terminó con la encarcelación y vigilancia de parte de los presentes. La performance del garrote vil de Otero Alcántara, una protesta acerca de la represión mereció el castigo.
En 2021 en una crisis económica agudizada por la pandemia y la falta de alimentos, las malas políticas económicas se suman al embargo norteamericano. La novelista Wendy Guerra afirma que “El hambre se tragó el miedo y la gente decidió jugarse la vida porque la otra opción es morir en silencio”.
Después de casi dos años en Europa, el artista Hamlet Lavastida regresa a Cuba y es detenido. En Vida profiláctica reflexiona sobre la historia política de la revolución.
Patria y vida
La necrofilia es parte de la definición de la nación: “Independencia o Muerte”; “Patria o Muerte”; “Socialismo o Muerte”. El Himno Nacional de Cuba concluye con un rotundo “Morir por la Patria es vivir”. Los poetas ya han respondido. Fernández Larrea escribe en Cuba: “Morir por la Patria no es vivir, es morir por la patria.” Y Gustavo Pérez Firmat en el exilio: “Bayameses, tengo noticias para ustedes / Vivir sin la Patria es también vivir”
La canción Patria y vida se convirtió en viral. La canta el rapero Maykel Osorbo: Ya se acabó / Tú eres 59 y yo soy doble cero, dice en alusión a la nueva generación. Y más adelante: ¿Qué celebramos si la gente anda deprisa? / Cambiando al Che Guevara y a Martí por la divisa / Todo ha cambiado ya no es lo mismo / Entre tú y yo hay un abismo.
El gobierno replicó, sin demasiado éxito, con Patria o muerte por la vida con una inmensa bandera.
Hay que decir
En su obra Mundo soñado, Antonio Eligio (Tonel) nos entrega un gran mapamundi construido totalmente con islas de Cuba. La isla, en este mapa, está en todas partes, y, por esa misma razón, no está en ninguna.
Todo un desafío para los cubanos. Cómo tender puentes y rescatar pasados y plantearse futuros. En todos los casos deben acabar con los silencios. Reinaldo Arenas los insta: Hay que decir. / Hay que decir. / En un sitio donde nada se puede decir es donde más hay que decir/ Hay que decir. Hay que decirlo todo.
O en palabras de Antonio José Ponte, leer las ruinas como “la estremecedora presencia de la historia que habla a través de sus restos y a la que es necesario saber escuchar”.
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Carmen Perilli - Escritora, investigadora.