“Cada partido fue un ritual”, calificó Romina Valdez. La familia de Victoria Sauze Valdez se tomó muy en serio el aliento que le brindaron a Las Leonas durante los Juegos Olímpicos. “Estuvimos su papá; Luis, mi pareja; ‘El Negro’, su hermano; la novia, ‘Juli’ y los amores de ‘Vicky’. Sus perros: Blacky, un caniche toy y el grandote, Eco”, hizo la lista la dama.
Juegos Olímpicos de Tokio: “Vicky”, entre lágrimas y risasLuego de cumplir el ritual, los familiares de La Leona abrieron las puertas del hogar. También el corazón de ellos se abrió. Los últimos días no fueron nada simples en cuanto a manejar las emociones. Curiosamente, el nerviosismo desaparecía cuando la jugadora se contactaba desde Japón. “Siempre estuvo súper tranquila y se notaba que disfrutaba”, contó la mamá.
“Era sorprendente lo tranquila que siempre estuvo y con mucha confianza en ella misma”, percibió Ricardo Sauze, papá de Victoria. Esa actitud de la jugadora no sólo se generó por entrenarse incansablemente, también se forjó por una realidad que atravesó -y atraviesa- a su carrera deportiva. “Su camino fue larguísimo. Desde chica, la llevaba a la terminal para que viaje a Buenos Aires sola y allá la esperaba alguien”, recordó papá. Apenas se escucha el próximo destino de su hija los ojos del ex rugbista se llenan de lágrimas y la voz ya no tiene tanta firmeza. “Cuando escucho Países Bajos pienso: ‘otra vez tan lejos’. Pero es su sueño el querer jugar en Europa”, dice entre el orgullo y la tristeza de la inminente partida de su hija dentro de un mes.
Su hermano fue el comandante del control remoto durante la premiación. “El Negro” fue el que primero reaccionó cuando la señal se cortó por unos instantes y luego iba y venía por los canales. “Lo de ganar una medalla lo viene diciendo desde hace dos años. Y cuando era más chica, decía que iba a jugar en Las Leonas. Con esas metas cumplidas siempre pensé que mi hermana puede hacer cualquier cosa que ella diga”, sentenció Ricardo (h).