Los precandidatos a diputados en segundo término del Frente de Todos brindaron ayer un concierto de coincidencias y de complementaciones en el ciclo de LA GACETA. Fue un ejemplar coloquio de amabilidades. No protagonizaron un solo cruce. No intercambiaron una sola chicana. No traficaron una sola indirecta. En el debate de anoche no hubo un concierto de confrontaciones, sino una sinfonía de acuerdos. Los instrumentos que tocaron no estaban hechos de discusiones, sino de algodones.
La inflación se combate rediscutiendo tarifas de servicios públicos como la luz, manifestó la diputada. Es culpa del gobierno macrista y se soluciona con leyes que fortalezcan el trabajo, aseguró el subsecretario de Relaciones Institucionales. Hoy, Tucumán es escuchada en la Nación, dijo él. Hay que trabajar juntos en pos de ese objetivo, propuso ella. Uno de los principales problemas de Tucumán es la inseguridad, diagnosticó Medina. Y el desempleo, completó Melo. Antes que candidaturas testimoniales, hay que reglamentar el cumplimiento de las promesas de campaña, aseveró Alejandro. Los líderes deben ser funcionales a las necesidades del proyecto político que conforman, sentenció Gladys. El recambio generacional es sano, rubricó el funcionario provincial para pedir el voto. Hay que valorar la experiencia, indicó la parlamentaria nacional para solicitar que la acompañen en las urnas.
No se les escapó una sola nota. Pero cuando terminaron de ejecutar la fraterna partitura, quedó una desafinada sensación en el aire. Si no manifestaron una sola diferencia en materia de política, economía, institucionalidad y agenda social, ¿por qué están en listas separadas? Que en el debate público ante los tucumanos no haya surgido un solo elemento que ayude a responder ese interrogante es, exactamente, el ruido de los algodones al caer.
En lo que va del divorcio entre el manzurismo y el jaldismo se dieron de baja un millar de contratos en la Legislatura, donde se interpeló a un ministro y ahora lo llevan a juicio político. En Casa de Gobierno hablaron de “traición” y la denunciaron en la Casa Rosada y el Senado, donde los teléfonos parecen no tener señal para atender los llamados del Parlamento tucumano. El vicegobernador asevera que su ex socio quiere eternizarse en el poder y afirma que tuvieron que enseñarle qué era el peronismo. El gobernador calificó de “psiquiátrica” la prédica de su ex compañero de fórmula y denunció aprietes del vicegobernador en las comunas.
¿Y entonces?
Lo de ayer no fue un acto para la campaña. Fue un momento para la ciudadanía. No era un tribunal para un público de seguidores, sino una pantalla de televisión para los ciudadanos. Era cuando había que explicar por qué el oficialismo padece una fractura expuesta que se promete incurable.
Si hoy se van a seguir matando políticamente, pero anoche se exhibieron como egregios paradigmas de solidaridad y humanismo político, lo que parece quedar expuesto no es, meramente, una impostación. Si no pueden decirles a los tucumanos, mirando a una cámara, por qué rivalizan tan violentamente, lo que en verdad ocurre es que las razones reales de la pelea, sencillamente, son inconfesables.
Al terminar, se pusieron los barbijos y se dieron un abrazo. Pero era un abrazo partido.
Después tiraron los algodones. Y el ruido fue atronador.