Un escritor enfrenta un bloqueo creativo: delante tiene una novela que no termina nunca de escribirse; a los lados, dos mujeres, y lo rodea un enigma que no se puede develar que llega de un pasado que emerge con emociones desnudas.

“La catedral sumergida” es una obra del argentino Enrique Papatino, que esta noche será estrenada por la Compañía Filodramática de Socorros Mutuos en el teatro municipal Rosita Ávila (Las Piedras 1.550), a las 21. La puesta es dirigida por Leonardo Goloboff, con actuaciones de Pablo Parolo, Gloria Berbuc y Soledad Valenzuela, y escenografía y vestuario de Eli Cárdenas.

“El proyecto arrancó conmigo -relata Goloboff-. Enterado de que lo había hecho en Buenos Aires un director amigo, Enrique Dacal, le pedí que me mandara el texto en principio para leerlo. Lo hizo y habló además con Papatino, de modo que el libro vino prácticamente con su autorización anticipada. Cuando lo leí, sentí que era casi natural que los actores fueran Soledad, Gloria y Pablo. Les hice un reenvío, sugiriendo que la dirigiera Pablo y descartando mi participación por viejas cardiopatías. Les interesó y de rebote me propusieron la dirección. No me sentía en condiciones de cubrir esa responsabilidad, de modo que ‘negociamos’ y me sedujeron con una fórmula posible: Pablo encaró una suerte de borrador de puesta y me reservaron el honroso rol de director consultor a partir de charlas y acuerdos sobre la poética concreta a encarar. Más que de la obra, me enamoré de las ideas y de las interpretaciones que generó, y nos fue bien en el proceso. Lograron conmoverme y les estoy profundamente agradecido”.

El grupo acredita ya un antecedente con el director, ya que compartieron cinco temporadas con “Cita de ciegas” (de Mario Diament). “Fue una gran emoción recibir la propuesta de Golo para volver a reunirnos en este proyecto, que contiene zonas de misterio que todavía no queremos develar; lo hace la obra. Y mejor. Hay que verla, vale la pena”, afirma Parolo en diálogo con LA GACETA.

- ¿Qué les atrajo de la obra y cómo resolvieron el trabajo creativo en este tiempo?

- (Leonardo Goloboff -LG-) Justamente nos atrajo la posibilidad de terminar de escribirla en el escenario, una manera concreta de experimentar lo que teóricamente llamamos “dramaturgia de dirección y de actuación”. Tiene una potente mezcla de emocionalidad, de entretenimiento y de reflexión. El trabajo de ensayos estuvo atravesado por la pandemia y por todo lo que nos viene pasando en este tiempo, ya tan penoso y largo. Nos auxilió la virtualidad de las comunicaciones (otro aprendizaje de este tiempo) y el hecho de que nunca fuéramos más de cinco los presentes en el estudio de los Parolos para los ensayos presenciales, barbijos y alcoholes permitidos mediante.

- La obra parte de un bloqueo enmarcado en un misterio. ¿Todo artista deambula entre lo escondido y lo que lo frena?

- (LG): Así es. No obstante, creemos que esta dualidad que señalás no es patrimonio exclusivo de los artistas. Si no, entre otras cosas, no se explicaría la cantidad de psicoanalistas que viven y trabajan en Tucumán. Además, esta certeza ampara nuestras expectativas de identificación con las situaciones y los personajes de la obra. De algún modo, roza también mi historia personal. El teatro tiene la capacidad de convertir lo pequeño en importante. El pasado siempre reflota, inclusive para pedirnos cuentas.


- La idea de la catedral del título, ¿a qué refiere?

- (Pablo Parolo -PP-): El nombre de la obra deviene de una antigua leyenda celta y coincide con el título de un preludio para piano de Claude Debussy. Según palabras del autor, alude a la posibilidad de que si las emociones están sumergidas y aun así las campanas siguen sonando, bastará con que las aguas bajen para que todo quede al descubierto.

- ¿Sólo resolviendo ese pasado se puede seguir?

- (PP) Depende de lo que entendamos por resolver el pasado. En lo personal creo que no, que si así fuera, sólo unos pocos podrían seguir. Nunca terminamos de resolver el pasado, el mismo devenir de la vida hace que todo el tiempo estemos generando nuevos pasados por resolver.

- ¿Pero no es inútil tratar de ahogar el pasado, no reflotará siempre?

- (LG) En efecto, inclusive para pedirnos cuentas.

- ¿Cómo es la mirada de los personajes sobre lo que les pasa?

- (LG) Es, en el fondo, la mirada de un humanista. Mauricio Kartun, el gran autor argentino, opinó que Papatino hace fácil y sencillo lo complejo. Y hasta divertido, agrego yo. “La catedral sumergida” tiene innumerables momentos de ironía y de parodia sobre comportamientos y modos de amar y de evocar que están planteados de un modo muy inteligente. Además, desde la puesta y la interpretación, hemos tratado de valorizar esos momentos, de crearles su tiempo y de tratarlos, justamente, en clave de humor.