Las calles son inseguras para las mujeres, particularmente. Cuando caminan, según lo que contaron por estos días a LA GACETA, se sienten observadas, intimidadas. Es que el ser víctimas de acoso callejero afecta la propia confianza, el comportamiento, la autoestima y las relaciones con otras personas. Y estas situaciones de acoso no solo se dan en espacios públicos como las veredas y calles de las ciudades. El hostigamiento que viven las mujeres a diario puede suceder en un gimnasio, en un bar o en un supermercado.
En nuestro país no existen estadísticas sobre la situación del acoso callejero postpandemia. Uno de los últimos informes nacionales, realizado en 2017, “Violencia contra las mujeres en el espacio público”, fue llevado a cabo por el Observatorio Nacional Mumalá e indicó que 9 de cada 10 mujeres experimentaron situaciones de acoso callejero alguna vez. “El 45% fue perseguida en la calle por un varón, al 36% un varón la tocó o le mostró sus genitales, y el 17% vio cómo un varón se masturbaba frente a ellas. El 80% se siente insegura en el espacio público que compartimos todos como ciudadanos y teme por su integridad física y sexual”, dice la encuesta. Esta sensación, describieron, se acrecienta durante la noche, en zonas poco transitadas y poco iluminadas.
Todas las mujeres consultadas en aquel momento, es decir el 100%, llevan adelante estrategias para sentirse más seguras. Caminan por la calle evitando circular por determinados lugares, tratan de ir o estar acompañadas por alguna otra persona, evitan el contacto visual con personas desconocidas o modifican su forma de vestir para no llamar la atención.
La misma organización, Mujeres de la Matria Latinoamericana, realizó una encuesta similar en Tucumán en 2019 y en Salta este año. Las cifras que brindan son similares y demuestran que la situación no cambió en nada a pesar de las campañas y el camino recorrido por las mujeres que hoy hablan y cuentan estas situaciones. Por ejemplo en Salta, en 2021, el 91% indicó haber sufrido acoso callejero al menos una vez en su vida. El 74% recibió un comentario irrespetuoso, el 64% recibió un insulto o gesto vulgar. Al 43% le hicieron un comentario sexualmente explícito.
En 2019, la Ley 26.485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres incluyó al acoso callejero como una violencia más. En aquel momento se explicó que el acoso callejero no era delito porque, para que se establezcan multas o penas, debería modificarse el Código Penal. .
Actualmente la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es la única en Argentina que penaliza con multa, trabajos comunitarios o arresto el acoso callejero. En carpeta está el proyecto de ley que buscó este año incorporar al Código Penal de la Nación un artículo sobre la prevención y sanción a través de multas y prisión a quienes practican acoso sexual en espacios públicos. El mismo fue girado en abril pasado a la Cámara de Diputados para su sanción definitiva pero no hay novedades al respecto. El número 144 comenzó a recibir llamadas sobre acoso, además de las de violencia de género y se instó a las fuerzas policiales y de seguridad a actuar en protección de las mujeres que sufran esta modalidad de violencia. La propuesta de modificación de la ley también promovió “articular en el marco del Consejo Federal de Educación la inclusión en los contenidos mínimos curriculares de la perspectiva de género”. En Tucumán, algunos legisladores propusieron otorgar multas contra el acoso callejero, instaurar una línea telefónica para denuncias y diseñar políticas públicas tendientes a prevenir el acoso sexual contra las mujeres en espacios públicos. Pero hace falta más. El cambio debe ser cultural y debe venir como un trabajo consciente entre hombres y mujeres de toda la sociedad en su conjunto.