Los discursos de cierre de campaña ya son cuestiones del pasado. Ahora es el turno de que, el domingo, hablen las urnas. El resultado mostrará dos escenarios completamente diferentes en el Frente de Todos. Juan Manzur es tan optimista como Osvaldo Jaldo. Ambos encabezaron ayer actos en los que marcaron sus diferencias que, hasta ahora, parecen irreconciliables.
Un triunfo holgado de Lealtad Peronista le dará al gobernador un manojo de llaves que abren las puertas de una oxigenación que imperiosamente necesita su gestión para afrontar los dos últimos años de mandato; también al relanzamiento de la gestión, antes del 29 de octubre, que puede incluir un cambio de piezas por decisión propia y no por cuestionamientos ajenos. La reelección es un capítulo cerrado hoy. Manzur necesita, además, el respaldo electoral que lo ponga en el centro del ring partidario, de una conducción cuestionada por el vicegobernador y por los referentes de su espacio, Peronismo Verdadero, con quienes se enfrentará en las urnas en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).
¿Cuáles son las aspiraciones de Jaldo? La apuesta es incluir a un referente de su lista, Todos por Tucumán, dentro de la boleta que el Frente de Todos presentará, en el distrito Tucumán en las elecciones del domingo 14 de noviembre. El presidente de la Legislatura considera que están dadas las condiciones para ponerle un freno a Manzur y sus posibles intenciones reeleccionistas, mediante una reforma constitucional, algo negado por los colaboradores del titular del Poder Ejecutivo.
Los votos que obtenga, si la diferencia no es tan amplia como espera la Casa de Gobierno, pueden ser también una carta de presentación del jaldismo en la estructura nacional, tanto en la Casa Rosada como en el Instituto Patria. La llegada de un referente del Peronismo Verdadero al Congreso de la Nación tiene como intención primordial acercarse a la estructura que encabeza el titular del bloque oficialista en Diputados, Máximo Kirchner, pensando en eventuales alianzas rumbo a los comicios de 2023. Esa es la premisa que se puso Jaldo desde el primer minuto que se distanció de su compañero de fórmula. Ya le avisó que en la fórmula que él intenta consolidar para dentro de dos años no figurará el apellido Manzur.
De una u otra forma, la conectividad entre los dos sectores hoy antagónicos dentro del Partido Justicialista requerirá de una mediación de las autoridades nacionales que garanticen el piso del 40% de apoyo electoral histórico que el Frente de Todos ha alcanzado en las últimas elecciones. El presidente Alberto Fernández necesitará tanto de los votos manzuristas como jaldistas. La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner requerirá del acompañamiento de ambos espacios para lograr la mayor cantidad de bancas posible en el Senado y no que el distrito Tucumán le facilite el terreno para que la oposición se fortalezca. Las elecciones de este domingo darán una primera dimensión acerca del nivel de polarización, por ejemplo, que el oficialismo tendrá con Juntos por el Cambio que, en esta jurisdicción, también tendrá unas internas que dejarán varios heridos en el camino hacia noviembre.
Por la veda y por cábala, Manzur guarda la última encuesta que le acercó el sociólogo Hugo Haime. De la misma manera, Jaldo porotea con sus dirigentes acerca de cómo le irá a su lista en las secciones electorales.
Uno es más fuerte en la Capital que el otro. Uno considera que el Este lo acompañará este domingo. El otro estima que el Oeste puede darle un margen para el triunfo en la interna. La gran duda de ambos es acerca de la diferencia de votos entre uno y otro espacio. El cierre de campaña ha desnudado que, más allá de que hayan estado tan cerca territorialmente (en Banda del Río Salí), la distancia entre Manzur y Jaldo es incalculable, como líneas paralelas que requieren de un puente nacional que permita conectar, circunstancialmente, a ambos sectores del PJ.