La vasectomía -junto con la ligadura o lisis tubaria- es uno de los métodos anticonceptivos quirúrgicos a los que pueden recurrir las personas que no deseen tener hijos (o que no deseen tener más hijos). Se trata de un método permanente, irreversible o, como algunos lo llaman, “difícilmente reversible”.
Ya sea el procedimiento convencional o su versión más moderna “sin bisturí”, es una intervención bastante sencilla, que solo requiere anestesia local, dura alrededor de 30 minutos y es ambulatoria. Es decir que el paciente puede volver a su casa el mismo día, con algunas indicaciones de cuidado. Lo que se hace es cortar los conductos deferentes -canales que transportan los espermatozoides- para impedir así que estas células lleguen al semen.
La vasectomía es mucho menos compleja e invasiva que la ligadura tubaria. Sin embargo, suelen ser las mujeres las que ponen el cuerpo cuando una pareja busca un método de estas características. Es cierto: la tendencia ha ido cambiando un poco en los últimos años -se hacen más vasectomías, más profesionales la ofrecen como alternativa anticonceptiva, y son más los varones y personas con pene de toda edad que la solicitan- pero los números todavía distan mucho de ser parejos. Y esto no es un dato menor: en algunos países, por ejemplo, la cantidad de vasectomías versus la de ligaduras es considerado un indicador de equidad de género.
Despejando mitos
Quizás por asociaciones -desde luego, erróneas- con la castración y la pérdida de hombría, es que rondan muchas falsas creencias en torno a la vasectomía, por lo que es oportuno aclarar algunas cuestiones.
Luego de la intervención, la persona seguirá eyaculando como siempre y su semen no cambiará el aspecto ni la cantidad (el esperma representa entre el 2% y el 5% del volumen de la eyaculación). El único cambio -solamente perceptible con un microscopio- es que el semen ya no contendrá espermatozoides y por lo tanto no podrá fertilizar a un óvulo.
Las erecciones, el “rendimiento” y el placer sexual tampoco se verán afectados. Su efectividad como anticonceptivo comienza luego de los primeros tres meses de realizada la práctica o de las primeras 20 a 25 eyaculaciones, por lo que es recomendable usar otro método en ese período e ir al control médico para comprobar, mediante un espermograma, la ausencia de espermatozoides en la eyaculación.
Es importante señalar que esta intervención no brinda ninguna protección contra las infecciones de transmisión sexual.
Un derecho
En nuestro país, desde el año 2006, la Ley Nacional Nº 26.130 -referida a la anticoncepción quirúrgica- establece que, a partir de la mayoría de edad (16 años, de acuerdo al nuevo Código Civil y Comercial, en lo que respecta a las decisiones sobre el cuidado del propio cuerpo), las personas pueden acceder de manera gratuita a la vasectomía y a la ligadura tubaria. Tanto en hospitales públicos, como a través de obras sociales y prepagas.
El requisito es dejar constancia por escrito de la decisión, después de haber recibido información completa y comprensible sobre este y otros métodos anticonceptivos. No hace falta el consentimiento de la pareja ni de nadie más. Tampoco es necesario haber tenido hijos/as.
Las personas con discapacidad también tienen derecho a decidir si optar o no por la anticoncepción quirúrgica de forma autónoma. Para ello deben contar con los apoyos necesarios para acceder a información y para otorgar -o no- su consentimiento.