Un soldado que regresa a casa es burlado por el Diablo, en forma de un desconocido que le sugiere cambiar su violín por un libro mágico con el que podrá conocer el futuro. El soldado acepta el trueque y pasar tres días en compañía del desconocido con el fin, por una parte, de enseñarle a tocar el instrumento y, por otra, de aprender a interpretar el contenido del libro. Pasado este tiempo, el soldado vuelve a su pueblo. Pero en vez de tres días, ha pasado con el Diablo tres largos años, tras los cuales vuelve a su aldea y nadie lo reconoce; ni su madre, ni su prometida, a la que encuentra ya casada y con hijos...
Así comienza “Historia de un soldado”, la obra de Igor Stravinsky que se repone en segunda y última función hoy, a las 21, en el teatro San Martín (avenida Sarmiento 601), bajo el protocolo establecido por el COE y con entrada libre y gratuita.
Intercambio cultural
La puesta tiene lugar en el marco de la Semana del Intercambio Cultural Argentina-Rusia, que organiza el Ente Cultural de Tucumán, la Secretaría de Relaciones Internacionales de Tucumán, la UNT, el Centro Ruso de Ciencia y Cultura (Casa de Rusia) en Buenos Aires y la Galería de Arte Contemporáneo Torres Barthe.
En el espectáculo participan músicos y actores de los cuerpos estables, bajo la dirección musical de Jorge Bulacia Soler, titular de la Orquesta Estable de la Provincia. La dirección escénica es de Soledad Alastuey y la asistencia técnica está a cargo de Emilia Guerra. “La Semana del Intercambio Cultural Argentina-Rusia la inició la Orquesta Juvenil de la UNT, que dirige Gustavo Guersman, con dos conciertos”, destaca Bulacia Soler, y revela que los propios músicos de la Orquesta Estable “ya venían proponiendo abordar la obra de Stravinsky antes de mi llegada, por eso este es el momento ideal para hacerla”.
Acerca del género de la obra, dice: “el propio compositor lo definía como una obra de teatro que fuera posible de ser trasladada fácilmente de un lugar a otro. Por eso lleva sólo siete instrumentistas, más actores y una bailarina, en una puesta en escena con luces y escenografía”.
Intervienen integrantes del Teatro Estable de la Provincia: en la narración, la actriz Jessica Carrizo; Ignacio Hael como el soldado, y Sergio Domínguez como el Diablo.
Participan músicos de la Orquesta Estable: Penélope Albornoz en violín, Jorge Girbau en contrabajo, Juan Pablo Vázquez en clarinete, Enzo Zuleta en fagot, Valeria Salazar en trombón, Rubén Nieva en trompeta y Maximiliano Pérez en percusión.
Del Ballet Contemporáneo participa la bailarina Noelia Elisa Robles, en una coreografía de Patricia Sabbag, directora de ese cuerpo estable. El diseño de luces está a cargo de Nicolás Aráoz.
“La reducida cantidad de artistas se debe a que el momento en que el compositor ruso escribe esta obra está en Suiza. Es 1918, y el conflicto entre Rusia y Alemania no le permitía disponer de una infraestructura tal como para hacer las grandes obras que luego compondría, como ‘El pájaro de fuego’ y ‘La consagración de la primavera’. Esa economía lo obliga a componer esta obra, que en realidad funciona como antecesora de ‘La consagración...’. Hay mucho detalle musical que lleva a ella”, detalla el director.
Para el texto de la obra, Stravinsky cuenta con la pluma del escritor Charles Ferdinand Ramuz, el máximo exponente de la literatura suiza en lengua francesa de su época, que redacta el libreto.
En un acto
La obra se desarrolla en un solo acto. Hay una relatora que va contando toda la historia y mientras tanto van surgiendo las distintas escenas que interpretan dos actores: uno es el soldado y el otro es el Diablo. Hay un solo hilo conductor que desarrolla la obra de principio a fin en un solo motivo escenográfico. En la mitad de la obra interviene una bailarina que tiene tres danzas.
“La puesta en escena de Alastuey es muy interesante: es despojada; con pocos recursos muy bien utilizados que estoy seguro de que va a impactar a los espectadores”, señala Bulacia Soler, y hace hincapié en la enorme complejidad de la técnica musical: es una obra de carácter camarístico muy difícil, que requirió un estudio exhaustivo tanto por parte de los instrumentistas como de quien habla. Abordar Stravinsky es siempre es un desafío”.