José Ingenieros, en su libro “El hombre mediocre”, dice que un individuo resigna su personalidad cuando se hace funcionario. No será en todos los casos, pero Tucumán parece que fue su fuente de inspiración. Es tradición que los deseos o insinuaciones del poder central sean estrictamente interpretados como órdenes irrefutables por los funcionarios locales y afines, que les toca “decidir” sobre el tema. La actitud explícita del Gobierno central, es cuestionar y atacar abiertamente la libertad de prensa. En respuesta, los funcionarios obedientes tomaron al pie de la letra el mensaje y lanzaron, con lealtad aumentada, sus propios ataques imaginados, compitiendo por quién resulta el más chupamedias. Un funcionario puede ser capaz e inteligente, pero chato y mediocre, si es sólo obediente. Ahora los perdedores se suman a los sinvergüenzas que buscan, donde no hay, elementos para llevar a cabo su mandato. El objetivo elegido es una excelente periodista que muestra con detalle y argumentos incuestionables, la corrupción, la inequidad, la desidia, la ineptitud y la mala praxis de un gobierno de funcionarios mediocres. Los medios locales tienen el apoyo de la gente que repudia los embates arteros, que pretenden acallar la verdad y reemplazar la Información por un falso y dirigido relato.
Luis R. Cuello
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