El origen de la frase del título se remonta a tiempos de los bisabuelos, y ya desde entonces auguraba penurias, pesares y problemas. Pero cuando se los puede tomar a la risa, todo se alivia y pasan más rápido y mejor. Así se lo vive en “Cuando el Diablo mete la cola”, la comedia romántica que esta noche el grupo Per Secula Seculorum estrenará en el teatro municipal Rosita Ávila (Las Piedras 1.550) a las 21.
El texto fue escrito y es dirigido por Cristina Fiz Lobo, con las actuaciones de Marce Jaime, Carla Greta Fontana Beltramo, Sole Berrondo y Miguel Miranda, y música original y asistencia de Ricardo Gómez Madrid. Trata sobre tres amigas muy unidas desde la infancia, que se encuentran ante una situación complicada y tratan de defenderse dándose ánimo. “Ocurren situaciones graciosas, hay sorpresas y tiene su veta dramática pero con un final feliz; nada que la amistad y el amor no pueda resolver”, le dice la autora a LA GACETA.
- ¿Cómo surgió la historia?
- Fue una cosa de la pandemia en cuarentena, con ese encierro forzado que nos tuvo atrapados tanto tiempo. Aparecieron palabras que en otro momento no tenían importancia, como por ejemplo una que me rondaba en la cabeza pero no la entendía mucho al comienzo, y de pronto tomó forma: reinventarse. Decidí tomar clases de escritura creativa con ese excelente dramaturgo y gran persona que es Mario Costello, quien colaboró para que mis días estuvieran cerca del teatro y de la vida. No era mi propósito escribir teatro, sino que deseaba volcarme a relatos y novelas breves. Se transformó en un humilde homenaje a mi madre. Y ahora estoy próxima a presentar en sociedad a esta hija amada que me llena de expectativas.
- Y de nervios...
- Estoy feliz pero asustada. En 57 años de escenario me siento atrevida pero orgullosa del producto. Los nervios siempre están presentes sea en la dirección o en la actuación, es como hacerlo por primera vez. En este caso ciertamente se multiplica, es como rendir examen no solo para aprobar la materia sino para recibirme. Y pensar que solo quería escribir en prosa...
- ¿Te inquieta más estár arriba o abajo del escenario?
- Nací en el escenario, ese es mi lugar, y estar abajo me hace sentir que estoy arriba en cada elemento que le pongo, ahí va mi vida. Volver al teatro siempre es reencontrar la identidad, la vibra tanto del cuerpo como del alma. La escena es vida.
- Tu título es un viejo dicho popular.
- Es un decir de mi madre y una lo toma como parte del vocabulario cotidiano. Hablamos de Dios y del Diablo, y cuando interviene este último siempre hay un hecho desgraciado, complicado, que puede provocarnos mucho malestar, pero depende de nosotros que se produzca la explosión o no. El Diablo, día a día, siempre mete la cola. En mi caso, lo hace todos los días en mi vida y cuando llega el carnaval mucho más, pero aprendí a esquivarlo.
- Se anuncia como una comedia distinta.
- Cuando hago una salsa para unos fideos amasados, la salsa debe tener (además de los ingredientes) acostumbrados una pizca de especias que la hagan más especial. Para cuando cada comensal la saboree, pretendo que descubra un ingrediente diferente, tiene todo pero hay algo más...
- ¿Cómo se formó el elenco?
- Por sugerencia de Mario, le pedí a mi amiga Marce, con la que trabajo desde hace muchos años, que después de leer la obra me diera su opinión. Ella alienta mis sueños y juntas los hacemos realidad, transformando el escenario en grandes historias. Le dije que era como una novela de Corin Tellado, y a pesar de eso me entusiasmó, propuso nombres, bosquejó una escenografía y me animé. Siempre que formo un elenco tengo en cuenta la química, es mi forma de trabajo, una cuestión de piel. No quita que a veces me equivoque, pero esta vez se formó un grupo compacto y entusiasta de buenos actores, que además cada uno contribuye para que salga a la luz la obra desde el diseño gráfico, la escenografía, la difusión... Todo está hecho por los compañeros.. En especial, trabajar con Gómez Madrid es un honor y un privilegio. Es una obra imposible de hacer con una música que no fuera original, necesita de un sonido especial, personal y nadie mejor que él para encontrarlo: supo tomar cada palabra escrita transformándola en notas musicales únicas.