Con sólo mirar el mapa, se evidencia la distancia entre Europa y Estados Unidos. Pero esos kilómetros se profundizan en el marco de la corrección política en el mundo artístico con la exposición a la vista de todos de las diferencias de tratamiento acerca de la invasión rusa a Ucrania en dos de las principales citas del cine internacional: mientras que en la gala de los Oscar hubo una mínima referencia institucional a la guerra que ya lleva casi tres meses (al punto que ese tramo de la transmisión no se vio en la Argentina), en el festival de Cannes que comienza hoy tendrá un lugar destacado.
Simbólicamente, las bombas están cayendo muy cerca de los europeos; por lo menos, así lo sienten. Una evidencia de ese compromiso afectivo con el pueblo agredido estuvo dado en el reciente festival Eurovisión, el certamen de la canción pop más importante del mundo (se vanaglorian en afirmar que es el segundo evento más visto en la televisión, sólo superado por el Super Bowl, la final de fútbol americano), donde compiten representantes de los países de la región. El sábado fue la gran final sin la delegación de Rusia, que fue excluida en marzo. Y para que quede clara la simpatía que existe por un bando en conflicto, los ucranianos ganaron cómodamente con una canción mezcla de folclore local con ritmos urbanos. “Stefania” fue interpretada por la Kalush Orchestra, que se consagró vencedora por encima de Gran Bretaña y de Españla con 631 puntos, de los cuales 400 decisivos fueron otorgados por el público por las redes. Sin ellos, no hubiese llegado al triunfo.
El tema es un homenaje a la madre de Oleh Psiuk, vocalista de la agrupación, quien anunció que habían obtenido un permiso especial para abandonar el país y llegar a Italia para cantar. Entre hoy y mañana debían volver a Kiev: todos están afectados a las armas para defender su territorio. “Como todo ucraniano, estamos listos para pelear lo más que podamos y hasta el final”, afirmó.
El resultado confirma que la guerra no se sustancia sólo en el terreno físico sino que abarca el virtual (incluso hackers rusos del colectivo Killnet intentaron bloquear la votación on line de Eurovisión), y que la opinión pública es determinante.
Documental incluido
En ese contexto es que se abre Cannes, referencia indiscutible del lujo y del glamour, que no puede ni quiere excluirse de la realidad. Hace pocos días se agregó a la programación el documental “Mariupolis 2”, rodado en la actual ciudad asediada por el lituano Mantas Kvedaravicius, que se verá en proyecciones especiales.
El cineasta fue asesinado por las fuerzas rusas en abril, cuando intentaba salir de esa ciudad al sur de Ucrania. La película póstuma oficia de continuación de la estrenada en 2016, con la que compitió en la Berlinale. Experto en conflictos bélicos, reunió testimonios de habitantes acerca del inicio de la confrontación. La pareja del director, Hanna Bilobrova, finalizó el montaje y la dejó lista para el estreno, en el balneario francés.
“¿Sabes qué es lo más extraordinario de Mariupol? Ninguno de sus habitantes temía a la muerte, incluso cuando estaba allí. La muerte ya estaba presente y nadie quería morir en vano. Las personas se apoyaban mutuamente con peligro de sus vidas. Fuman y charlan afuera, a pesar de las bombas”, son las reflexiones de Kvedaravicius en el borrador de la producción, que fueron difundidos por el festival.
Oficialmente, Cannes se pronunció en contra de la invasión y prohibió la presencia tanto de periodistas como de delegaciones de Rusia, pero incluyó en Competencia Oficial a “Tchaïkovski’s Wife”, filme de Kirill Serebrennikov, un director enfrentado a Vladimir Putin y radicado en Alemania, que se transformó en candidato al premio mayor por el contexto político. Otra producción en agenda es “The natural history of destruction”, del maestro del cine ucraniano Sergei Loznitsa.
Se descarta que habrá muchas más muestras de adhesión a la causa ucraniana hasta el 28, cuando baje el telón de esta cita anual en su edición número 75, que vuelve a ser presencial con más de 35.000 participantes (un 75% más que el año pasado), y alfombra roja transmitida por TikTok (auspiciante del encuentro y con un premio especial que otorgará a videos de entre 30 segundos y tres minutos) y que implicará un cambio de época: en dos meses, Iris Knobloch, exejecutiva de WarnerMedia, asumirá la presidencia de Cannes y se vienen cambios importantes.
Pocos latinos
La inauguración en la bella ciudad de la Costa Azul será con “Coupez!”, una comedia del francés Michel Hazanavicius interpretada por Romain Duris y Bérénice Bejo, la actriz que nació en Buenos Aires pero se desarrolló artísticamente en Francia.
El jurado está presidido por Vincent Lindon . Competirán filmes de los belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne, el sueco Ruben Östlund, el japonés Kore-eda Hirokazu, el rumano Cristian Mungiu, los franceses Arnaud Desplechin y Claire Denis, el polaco Jerzy Skolimowski, el coreano Park Chan-wook, los estadounidenses James Gray y Kelly Reichardt, y el canadiense David Cronenberg.
Esa representación evidencia el peso del cine asiático y la ausencia de lo latinoamericano, que también se expresa en la programación. Ninguna película de ese origen está en la competencia principal. En la sección Una Cierta Mirada estará en competencia “Domingo y la niebla”, del costarricense Ariel Escalante Meza; y en la Quincena de Realizadores se incluyó al corto “The Spiral”, de la argentina María Silvia Esteve; a la coproducción chilena argentina “1976”, de Manuela Martelli y a “Un varón”, del colombiano Fabián Hernández.
En la muestra paralela Cannes Classics se proyectará “Tres en la deriva del acto creativo”, en tono de homenaje a la obra de Fernando Pino Solanas.