SANTIAGO, Chile.- Los chilenos votarán, el próximo domingo, si quieren o no una nueva Constitución, dos meses después de que fuera presentado el proyecto debatido durante más de un año por representantes elegidos para esa misión.

La propuesta constitucional avanza en materia de género, derechos sociales y de pueblos indígenas y en cuestiones medioambientales. Y, sin embargo, estos avances no logran hacer pie entre la mayoría de los chilenos. En las últimas encuestas, la opción “rechazo” supera al “apruebo”.

El nuevo ordenamiento político del país, el reemplazo del Senado por una cámara regional y, por sobre todo, la plurinacionalidad y la creación de un sistema de justicia para pueblos indígenas, son algunos de los temas de mayor discordia entre los chilenos, que arrastran una constitución creada durante la dictadura de Augusto Pinochet, con mecanismos que hacen difícil el cambio y que tiene una fuerte impronta a favor del mercado, en detrimento de las reformas sociales.

Aunque, más allá del resultado, sectores de izquierda y de derecha se comprometieron a continuar el proceso constituyente, con acuerdos políticos y reformas, la gestión de Gabriel Boric se verá en dificultades para aplicar un plan de gobierno sin respaldo de una constitución progresista.

Los cambios llegarán, aún cuando no se apruebe este texto, aseguran expertos que analizan el proceso desde afuera de Chile.

Esa es la posición de Gautam Bhatia, constitucionalista de la India y experto en derecho comparado de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido. Consultado por la cadena alemana DW, dice que, pese a que las opiniones están muy divididas, “hay una mayoría que dice que, aún si se rechaza, hay que avanzar hacia una nueva Constitución”.

Rubén Martínez Dalmau, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia, en España, afirma que la propuesta “satisface con creces las necesidades de mirar hacia adelante de la población chilena”. El texto, añade, está al nivel de otras cartas fundamentales europeas, como la española, la italiana o la francesa, porque “consolida un Estado social”.

Stefan Rinke, profesor de Historia Latinoamericana de la Universidad Libre de Berlín, destaca los “avances de la plurinacionalidad y los derechos de las comunidades indígenas, la paridad de género, los párrafos sobre derechos reproductivos y en contra de la violencia sexual, así como la protección de niños y personas con discapacidad”.

Este historiador y latinoamericanista alemán concuerda con Dalmau y Bhatia en la eliminación del Senado -consideran que ha sido “un órgano de veto”-, pero expresa dudas sobre la configuración del sistema político: “En mi opinión, no es claro. Y así como está, creo que se entraría en una fase de incertidumbre, y habría que corregir el texto”. La creación de una justicia indígena es otro punto que presenta reparos: “No tiene sentido ponerlos fuera del sistema legal y establecer uno especial para ellos. No creo que pueda funcionar”, agrega Rinke.

Bhatia difiere: “La idea de que grupos indígenas puedan tener su propio sistema de justicia en ciertas áreas definidas no es algo nuevo; es algo que muchas otras constituciones tienen y no ha creado grandes problemas. No es algo radical”, insiste, desde Oxford, el constitucionalista indio.

Martínez Dalmau asegura que el sistema de justicia indígena es “uno de los avances constitucionales más importantes del mundo” y que “lo que ahora se propone es algo que existe en países como Estados Unidos, Canadá o Nueva Zelanda”.

El que también se metió en la polémica constitucional es Jair Bolsonaro. El presidente y candidato a la reelección en Brasil ahondó su disputa con Chile al criticar el proyecto de Constitución y casi causa un incidente diplomático. El mandatario ultraderechista acusó, durante un debate televisado, al presidente Gabriel Boric, de estar relacionado con la quema de varias estaciones del Metro de Santiago durante el estallido social en octubre de 2019.

Boric convocó al embajador, dijo Bolsonaro, “una forma que tiene de mostrar su descontento conmigo. Exagere o no, no dejé de decir la verdad”, afirmó el brasileño.

Dos días después, durante un evento en la capital brasileña, Bolsonaro volvió contra el proyecto constitucional que se votará el domingo en un plebiscito nacional en Chile.

“La Constituyente de Chile va en contra de lo que quiere cualquier país democrático. ¿Ese es su problema? Es su problema, pero el ciudadano allá tenía el apoyo de un tipo aquí en Brasil”, comentó, haciendo referencia al apoyo de su oponente, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, a Boric. (Reuters)

Gritos y latigazos

Desinformación y enfrentamientos entre votantes

Estos últimos meses han estado plagados de noticias falsas y campañas de desinformación sobre la nueva constitución. Las falsedades van desde la posibilidad de que se expropien bienes privados hasta la instalación de un gobierno indigenista, y agitan la violencia verbal y física. El domingo, una marcha de ciclistas a favor de aprobar la carta magna llegó a la plaza Italia, centro de las protestas en octubre de 2019. Allí se cruzó con “gente del campo” que, a lomo de caballo y en carruajes, expresaba su rechazo. Ambos grupos se enfrentaron a gritos, se lanzaron piedras e incluso algunos jinetes dieron latigazos a los ciclistas.