Para algunos, fue una voz reconocible en la radio; para otros, una periodista de valores implacables y modales impolutos. Pero el recuerdo de Magdalena Ruiz Guiñazú, fallecida ayer, excede el ámbito del periodismo y la vuelve una referente social.
Además de sus colegas -la noticia la dio a conocer Jorge Lanata, en cuyo programa era columnista-, personalidades de la política le rindieron homenaje, por su compromiso con la institucionalidad, por sus valores democráticos y por su denuncia de los crímenes del terrorismo de Estado que desgarró a la Argentina.
Es que, para la generación que sobrevivió a la última dictadura, esta voz del periodismo argentino, fue la cara visible, junto al escritor Ernesto Sábato, de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep).
Uno de los primeros en expresar su pésame fue el presidente, Alberto Fernández. “Despedimos con profundo pesar a Magdalena Ruiz Guiñazú. Su inmenso trabajo en el periodismo y la Conadep nos recuerda la importancia de defender los derechos humanos alzando la voz, desde un lugar de paz, en defensa de la democracia. Acompaño a sus familiares, amigos y colegas”, escribió Fernández, en Twitter.
El ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, con quien tuvo cruces y chispazos, escribió: “Tuve un enorme respeto profesional y una excelente relación personal, independientemente de no coincidir para nada en política. Cuando mis tareas me impusieron determinadas conexiones, supo darme una mano. Estimada señora, que Dios la bendiga”.
Su salto a la primera línea del periodismo fue principios de la década de 1970 junto a Antonio Carrizo: fue conductora del noticiero “La primera de la noche” en Canal 7, hasta que José María Villone, secretario de Prensa de Isabel Perón la despidió aplicando la “Ley de Prescindibilidad”.
Pese a todo, nunca dejó los medios. En 1979, visitó el campo de concentración de Auschwitz, junto al Papa Juan Pablo II en el que definió como “el viaje más importante” de su vida.
Ganadora de 13 premios Martín Fierro, la Legión de Honor francesa, la Orden de Mérito de Francia, de Italia y de Polonia, y el Gran Premio a la Trayectoria de Vida de la International Women’s Media Foundation, tuvo una relación tensa con el peronismo, que le reclamó por ejemplo haber entrevistado a Jorge Rafael Videla, en un reportaje en el que Magdalena y su colega Mónica Cahen D’Anvers, le preguntaron al dictador sobre la desaparición de personas.
Raúl Alfonsín la convocó, el 15 de diciembre de 1983, a integrar la comisión, apenas cinco días después de haber asumido como presidente tras la recuperación democrática. Fue una labor de la que se sintió orgullosa, aunque describía la experiencia como “escalofriante” y “un descenso al infierno”. “Trabajamos en un clima de mucha dedicación, durante nueve meses, casi un parto. Empezamos a reunirnos en diciembre del 83 y presentamos el Informe en septiembre del 84. Fue un trabajo sombrío, pero de un valor incalculable en términos históricos”, recordaría años después. El Informe, que luego se resumió en el libro “Nunca Más”, documento fundamental para la lucha por los derechos humanos en la Argentina y en el mundo, fue la base para el juicio a las Juntas Militares, en 1985.
La Conadep documentó miles de pruebas, que incluyeron la verificación de 340 centros clandestinos de detención, más de 7.000 archivos en 50.000 páginas y una lista parcial de 8.960 personas desaparecidas, que fue ampliándose a medida que se acumulaban más testimonios.
Vale la pena recordarlo, a días de que se estrene en Argentina “1985”, película que recuerda el trabajo de fiscales, querellantes y sobrevivientes sobre el juicio que condenó a los cabecillas de la dictadura. Sin el trabajo de Ruiz Guiñazú, parte de esta historia no hubiera sido posible.
La convocatoria a integrar la Conadep fue consecuencia de su trabajo periodístico, en el que venía denunciando desde hacía tiempo las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura. Fue de las primeras en entrevistar a una Madre de Plaza de Mayo y en hablar sobre las desapariciones cuando pocos se atrevían a plantear el tema en los medios de comunicación.
Radio Rivadavia y Radio Mitre fueron su hogar durante muchos años. En esta última radio fue conductora -entre 1987 y 2006 -de “Magdalena Tempranísimo”, que se había vuelto un clásico de la primera mañana de la AM.
Cuando le preguntaron, hace poco, si sigue haciendo periodismo, dijo: “Después de tantos años prácticamente se hace una segunda naturaleza estar buscando el origen y las respuestas para tener un panorama más claro”.
Hace justo tres meses, en una entrevista con motivo del Día del Periodista, aseguró que la clave para hacer buen periodismo es estar cerca de la información: “Tener la base de la información muy clara, no meter la pata, no equivocarnos en quién dijo tal cosa y quién tal otra. Los grupos políticos, cuáles”.
Recuerdo: más de 60 años en la radio y la televisión
Magdalena Ruiz Guñazú era una adolescente cuando dio sus primeros pasos en el periodismo, a fines de los 50. Sus primeros trabajos fueron en el periodismo gráfico, aunque pronto comenzó a trabajar en radio. Escribió para revistas como Leoplan, Damas y Damitas, Vosotras y Maribel. Su paso por el noticiero “La primera de la noche”, con Antonio Carrizo, y su paso por Radio Rivadavia la convirtieron en parte de las familias argentinas. El trabajo con Cacho Fontana, que había “inventado eso de los móviles”, le permitía estar en el lugar de los hechos y tener un contacto con la noticia de manera inmediata. Además de su premiada labor en la radio, con galardones como el Martín Fierro, incluido el Martín Fierro de Oro en 1994, y el Konex, su trayectoria incluyó el periodismo gráfico, y también la literatura.