La Oficina de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) comunicó que tiene documentadas cientos de detenciones arbitrarias y de desapariciones forzadas en Ucrania, cometidas tanto por el ejército de ese país como por el de Rusia.
Desde el inicio de la invasión ordenada por el Kremlin, el 24 de febrero, la ONU verificó que al menos 416 personas fueron víctimas de detenciones arbitrarias y desapariciones forzadas en el territorio ocupado por Rusia o en zonas controladas por las fuerzas armadas de ese país y de grupos armados aliados.
La misión documentó también 51 detenciones arbitrarias y otros 30 casos que podrían equivaler a desapariciones forzadas perpetradas por fuerzas de Ucrania.
De todas estos casos, 16 fueron encontrados muertos y 166 fueron puestos en libertad, comunicó Matilda Bogner, directora de la misión de la ONU en Ucrania.
Bogner afirmó que la misión obtuvo un acceso sin trabas a los lugares de detención controlados por Kiev, mientras que Moscú no les permitió acceder a los prisioneros de guerra detenidos en su territorio o en las zonas que controlan las fuerzas prorrusas.
"Esta situación es tanto más preocupante cuanto que hemos documentado prisioneros de guerra en manos de las fuerzas armadas rusas o de grupos armados aliados, que han sido sometidos a tortura y a malos tratos. Inclusive en algunos lugares de detención carecen de alimentos, agua, atención de la salud e instalaciones sanitarias adecuadas", agregó.
La ONU también tiene conocimiento de por lo menos cuatro prisioneras de guerra embarazadas y detenidas por Moscú y por los grupos armados aliados.
La misión también recibió información sobre la situación de los presos de Olenivka, en el este separatista de Ucrania, donde recibieron denuncias de que muchos de los detenidos ucranianos padecen enfermedades infecciosas como la hepatitis A y la tuberculosis.
En tanto, en la zona controlada por las fuerzas ucranianas, la ONU también documentó casos de tortura y a malos tratos a prisioneros de guerra, generalmente durante su captura, durante los primeros interrogatorios o durante su traslado a campos de internamiento.
En ese sentido, Bogner recordó que, si se prueba ante un tribunal que hubo tortura, sería un crimen de guerra.