SAN PABLO, Brasil.- Un país en “paz” y “más justo” fue la propuesta a la que se aferró el ex mandatario Luiz Inácio Lula da Silva, frente a un Jair Bolsonaro que apeló al patriotismo para ganar las elecciones de mañana, en el último día de campaña, apuntando a millones de personas en Brasil.
Los dos candidatos principales de cara a las elecciones presidenciales intentaron ganar el corazón de los 156 millones de electores brasileños que están en condiciones de votar.
Lula, que lidera todos los sondeos de intención de voto, usó la voz de Felipe Neto, el influencer más popular de Brasil, con 15 millones de seguidores sólo en Twitter, para abrir su última publicidad en televisión.
“Nuestra arma es el voto en estas elecciones. Es votar por la paz, el respeto, por un país más justo y solidario”, afirmó Neto, una de las personas más influyentes del mundo según la revista “Time”. Con camisa azul arremangada, Lula dijo que a sus 76 años no tiene “espacio para el odio y la venganza”, ni para “no creer que el mañana va a ser mejor”.
Prometió un “Brasil más justo, más democrático, que garantice a las familias desayuno, comida y cena”. Con esto, apeló uno eje de su campaña: el combate contra el hambre. Nunca faltaron, en la publicidad política del líder del Partido de las Trabajadores (PT) las imágenes de platos repletos de comida.
El gran triunfo del gobierno de Lula cuando fue presidente fue sacar a Brasil del “mapa del hambre”, y hoy se lo plantea como un objetivo si vuelve a ganar las elecciones: acabar con el hambre que afecta hoy a 33 millones de brasileños, casi el 16% de la población del país, según datos de organizaciones sociales. “Queremos cuidar del pueblo para hacer que las familias vivan bien”, insistió, mientras se intercalaban entre las imágenes palabras como “fuerza”, “esperanza” y “cambio”, escritas en blanco.
Lula mostró, además, sus aceitados vínculos con la comunidad internacional: imágenes de encuentros con el Papa Francisco, con la ex canciller alemana Angela Merkel y el ex presidente estadounidense Barack Obama, y los mandatarios de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, y de Francia, Emmanuel Macron, uno de los líderes mundiales más críticos con Bolsonaro, especialmente con su gestión medioambiental y el avance de la frontera agrícola que está deforestando a la selva amazonica a niveles nunca vistos en las últimas décadas.
Bolsonaro eligió anclar su mensaje al sentimiento patrio de los brasileños, para intentar una reelección que parece improbable si se sigue el camino de las encuestas, algunas de las cuales prevén incluso un triunfo de Lula en primera vuelta.
En un intento por reducir su rechazo entre las mujeres, que representan el 52,65 % del electorado, la publicidad de Bolsonaro arrancó con las palabras de dos mujeres mayores -una negra y otra blanca- que pedían un Brasil “honesto”, antes de la aparición en pantalla el capitán retirado del Ejército.
“Reconozco que digo palabrotas, pero no soy ladrón y mis colores son el verde y amarillo” de la bandera nacional, expresó el líder ultraderechista. Una vez más, eligió atacar a su adversario con anatemas morales: afirmó que “la gran marca” de los gobiernos del PT, primero con Lula y luego con Dilma Rousseff, fue la “corrupción” y el “abandono” de los valores tradicionales de la familia. (Especial)