Si eres un lector atento, habrás notado que en los últimos tiempos parece haber más protestas climáticas que las habituales. Desde los activistas que arrojaron sopa de tomate sobre un cuadro de Vicent Van Gogh en Londres hasta los miembros de Animal Rebellion que vertieron leche en el suelo de varios supermercados, también en el Reino Unidos. Pero, ¿por qué? La respuesta se escribe con siglas: COP27. Ante la inminencia de la 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, las personas y grupos que bregan para mitigar la crisis climática se han puesto más creativos, en pos de llamar a la acción.
La COP es la reunión anual más importante de la ONU. Allí, delegados de casi todos los países negocian los objetivos mundiales de la lucha contra el calentamiento. En concreto, se presentan los planes y se informa sobre los progresos. En la cita de este año, Naciones Unidas y los países en desarrollo intentarán poner en la agenda la responsabilidad de las naciones ricas.
Este encuentro se celebra en una ciudad diferente cada vez para demostrar la importancia de la coordinación mundial. En este 2022 toca Sharm el Sheij, en Egipto, desde el 6 y hasta el 18 de noviembre. El año pasado el convite tuvo lugar en Glasgow, Escocia. Allí se fijaron nuevos objetivos; ahora, dialogarán sobre qué harán para cumplirlos.
Básicamente, el levit motiv consiste en disminuir la emisión de gases de efecto invernadero en pos de que el calentamiento no siga su curso hacia arriba. Para ello, el único camino es la conversión de las energías fósiles a energías renovables. Un último informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) destaca la distancia que hay entre las aspiraciones y la realidad climática. Y advierte que, de no adoptarse medidas ambiciosas, las consecuencias físicas y socieconómicas del calentamiento global serán más y más devastadoras.
En concreto, el estudio titulado Unidos en la Ciencia plantea que las concentraciones de gases de efecto invernadero continúan creciendo. Y han alcanzado nuevos máximos. "El descenso temporal de las mediciones de combustibles fósiles que se produjo durante los confinamientos de 2020 fue un espejismo. Actualmente, se superan los niveles previos a la pandemia de coronavirus", se lee en un texto de la ONU dado a conocer cuando se presentó la investigación de la OMM, en la antesala de la cumbre de Egipto.
En estos momentos, el calentamiento está en unos 1,1° y el objetivo del Acuerdo de París, firmado en 2015, es que el incremento se quede este siglo por debajo de los 2°. En este último informe también se indica que la ambición necesaria para alcanzar los compromisos de reducción de emisiones para 2030 debe ser siete veces mayor a lo que se ha señalado hasta ahora.
El año más caluroso registrado desde 1850 fue 2016, cuando se superaron los 1,2°. Los responsables del calentamiento presente y del que afrontarán nuestros hijos y nietos son los gases de efecto invernadero, que permanecen en la atmósfera durante décadas o siglos. El dióxido de carbono, por ejemplo, resiste cientos de años; el metano se degrada en un par de décadas.
El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, el panel internacional de científicos climáticos que trabajan bajo el paraguas de la Organización de las Naciones Unidas) pronostica que la barrera de los 1,5° se superará de forma estable en la década de los años cuarenta de este siglo, debido a los gases que ya se han emitido. El escenario que algunos investigadores consideran óptimo es que se sobrepase temporalmente la marca de 1,5° para luego bajar un 75 % hasta 2050.
Ya se están observando cambios en todas las regiones de la Tierra. Muchos no tienen precedentes en miles de miles de años. Y algunos, como la suba continua del nivel del mar, no podrán revertirse hasta dentro de varios siglos o milenios.
En ese informe del IPCC, 234 investigadores de 66 países coincidieron en que hemos llegado a un punto de no retorno: hagamos lo que hagamos, será inevitable quedarnos en ese 1,1°. Y a menos que las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan de manera inmediata, rápida y a gran escala, limitar el calentamiento incluso a 2° centígrados será un objetivo inalcanzable. Los cálculos indican que con un calentamiento global de 1,5° centígrado aumentarán las olas de calor; se alargarán las estaciones cálidas y se acortarán las estaciones frías; mientras que con un calentamiento de 2° centígrados esos episodios de calor extremo alcanzarían umbrales de tolerancia críticos para la salud.
Tiempo atrás, Robert Watson, un ex presidente del IPPC, había afirmado que con 3° centígrados adicionales habría bosques en el Ártico. Con 4° centígrados, diásporas de pobladores y hambrunas generalizadas. Y con 5° centígrados, le estaríamos diciendo adiós a nuestra civilización. ¿Descabellado? No. Ahora mismo se mencionó en Escocia, el año pasado, como una posibilidad real un incremento de 3° centígrados para 2100, cuando los niños que hoy están naciendo sean viejos.
Así las cosas, la COP27 tendrá lugar en un contexto complejo y desafiante. Y no sólo por la realidad climática (en los últimos meses un tercio de Pakistán ha quedado bajo el agua; Europa ha tenido su verano más caluroso en 500 años; las sequías han devastado el Cuerno de Africa y California ha estado sumida en incendios), sino por la guerra de Putin contra Ucrania, que ha dejado a millones de personas enfrentándose al hambre y ha puesto de manifiesto la fuerte dependencia de las fuentes de energía rusas.
Llegado este punto, ¿cuáles son los objetivos de máxima de esta cumbre? Se espera, básicamente, financiación. En 2009, las naciones ricas (que son las principales responsables de la crisis climática) se comprometieron a movilizar 100.000 millones de dólares anuales en financiación climática para 2020 con el fin de apoyar a las naciones vulnerables en la mitigación y en la adaptación. Ese dinero no se ha visto aún.
"Adaptarse al cambio climático es un imperativo moral, económico y medioambiental", dijo Christina Chan, directora de la Práctica de Resiliencia Climática del Instituto de Recursos Mundiales de Global Citizen en 2021. "Invertir en adaptación no es aceptar la derrota y el fracaso. Es aceptar la realidad", se la oyó añadir.
Con respecto a nuestro país, se espera que la Argentina presente este año su Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático con metas al año 2030 y su estrategia de descarbonización a largo plazo, con el fin de alcanzar la carbono neutralidad para el 2050.
En definitiva, las principales expectativas de esta COP estarán puestas en las decisiones que se tomen en relación al financiamiento, una nueva meta global de adaptación, los daños y pérdidas, la mitigación y una evaluación respecto a los compromisos asumidos en la COP21 de París, cuando todavía todo este escenario sonaba irreal.
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