Arq. Olga Paterlini de Koch
Junta de Estudios Históricos de Tucumán
Apuntes sobre el patrimonio: entre el pensamiento y la acción.
1)Una conducta reiterada.
Diariamente vemos desaparecer del territorio provincial dignos ejemplos arquitectónicos que han conformado nuestro ambiente material y simbólico durante siglos. Resultado de la acción de generaciones y generaciones de tucumanos y por ser la arquitectura una disciplina determinante en la conformación de nuestra identidad cultural, todos, como conjunto social, nos sentimos impactados ante estas pérdidas.
Cada demolición hace aflorar en la población recuerdos y vínculos con estos bienes; una vez desaparecidos, sólo quedan resguardados en la intimidad de las personas como un recuerdo anecdótico cargado de nostalgia. Para los defensores del patrimonio, conscientes del debilitamiento permanente del acervo cultural, se hace presente la reiterada incapacidad para salvaguardar los bienes que nos identifican como sociedad. Para los especialistas, cada desaparición se transforma en una nueva cuota de desesperanza.
La experiencia local nos indica que cuando la piqueta multiplica su accionar desaparecen etapas completas de nuestro hábitat histórico. Así ha sucedido con la producción pre hispánica y la del período virreinal; en este proceso, que lejos está de detenerse, gran parte de la arquitectura construida a fines del siglo XIX y a comienzos del siglo XX, se encuentra camino a la extinción. No sólo son las construcciones más modestas; también numerosos edificios singulares han sido abandonados a su suerte y sólo esperan que les llegue el momento del desplome. También se han demolido ejemplos paradigmáticos de nuestra modernidad, las casas del maestro Eduardo Sacriste por ejemplo, un hecho paradojal, ya que sus diseños nos han posicionado en el concierto global de la arquitectura.
Todo esto tiene lugar tanto en la esfera de lo público como de lo privado. En esta desconsideración manifiesta y reiterada hacia el “capital arquitectónico”, no ha existido visión para salvaguardar el “capital cultural” y el “capital económico” heredados. Las provincias vecinas, por ejemplo, han realizado una tarea digna en la materia, mientras en lo local la falsa dicotomía entre conservación y desarrollo ha hecho su faena, introduciendo con ello la incoherencia y la arbitrariedad.
2)El patrimonio azucarero
El Chalet del ex Ingenio Concepción, demolido hace unos días, estuvo presente en el imaginario colectivo de los tucumanos a partir de 1870; construido por Juan Manuel y Juan Crisóstomo Méndez, representó un hito tangible y calificado de la actividad azucarera durante más de un siglo y medio; en 1882, Paul Groussac difundió la imagen que llegó hasta nuestros días. Fue en los pueblos azucareros donde tuvo lugar nuestra revolución industrial cuando, a partir de 1876, fue posible importar la maquinaria más avanzada y enviar la producción a los centros de consumo y los puertos del litoral. El proceso estuvo acompañado por la construcción de un hábitat estable –el “ingenio” - vehículo de inversión de la ganancia industrial para estabilizar la mano de obra que requería el sistema. Un protagonista fundamental en el ingenio Concepción fue Alfredo Guzmán que sucedió como propietario a los hermanos Méndez.
El pueblo azucarero se organizó siguiendo las necesidades del proceso industrial. Con un criterio distante de la clásica cuadrícula, se organizaron áreas funcional y morfológicamente homogéneas: la fábrica y sus anexos; el chalet del propietario con su parque; el equipamiento comunitario para la población, las viviendas de los empleados y técnicos; las viviendas de los obreros permanentes y las de los obreros transitorios que asistían para hacer la zafra. Los elementos arquitectónicos de cada bloque significaron un aporte a la arquitectura local. A partir de 1930, los ingenios o “pueblos industriales” se transformaron en pueblos civiles, encontrándose actualmente integrados a la red urbana provincial.
3) El chalet del propietario con su parque
El sector donde se construyó la vivienda del propietario, acompañada en algunos casos por un oratorio o la capilla privada de la familia, se mantuvo intangible en el tiempo. En él, las características arquitectónicas de la edificación adquirieron su más destacada expresión; como dicen las crónicas, los propietarios de la industria azucarera han instalado sus mansiones cómodas y a veces también lujosas, en el mismo lugar de sus trabajos. Cada ingenio azucarero adoptó un lenguaje estilístico que lo identificó y al que fue adaptando según la jerarquía de las construcciones. Ello consolidó la imagen empresarial de cada establecimiento: el ingenio Mercedes, reflejó un contundente neoclasicismo; Santa Ana y San Pablo apelaron al eclecticismo; Bella Vista en su nuevo chalet, al neocolonial; La Trinidad y La Florida al pintoresquismo; Concepción con su antiguo Chalet de 1870, al neogótico. En este caso, al igual que en otros, el Chalet fue enmarcado por un parque de diseño paisajista donde el material vegetal conjugó ejemplares de la flora indígena y exótica, se ornamentó con grupos escultóricos y se enriqueció con una fuente procedente de la Fonderié de Val D’Osne.
4) Persistencia y renovación
El Chalet del ingenio Concepción se conservó hasta hace escasos días; su demolición abrió paso a un proceso de sustitución destinado a un nuevo emprendimiento. En el tiempo, había sido ampliado como respuesta a los crecientes requerimientos funcionales. El proceso significó una excelente intervención contextualista que tendió a fortalecer el lenguaje neogótico del chalet original, mientras desarrolló nuevos espacios y jerarquizó la volumetría. La torre mirador fue el hito identificatorio. Las ampliaciones fueron destinadas, por ejemplo, al funcionamiento de los escritorios, el antiguo oratorio dio paso a la capilla que aún se conserva. A fines de los años 50 se hizo una remodelación y un anexo; se definieron en altura dos sectores independientes, destinándose la planta baja a recepciones y la planta superior a vivienda permanente. En ella habitaron los descendientes de los Méndez Huergo y los de la familia Paz.
5)Un solo camino para el patrimonio
Hay muchos caminos para resolver las necesidades contemporáneas, pero sólo uno para consolidar nuestra identidad como sociedad: trabajar en forma sostenida en la conservación del patrimonio cultural. Sea éste tangible o intangible, es nuestra referencia insoslayable. Algunos lo han comprendido así y han avanzado en su conservación; es el caso de la Universidad San Pablo T en el ex ingenio San Pablo, o la recuperación de ejemplos arquitectónicos como el Chalet del ingenio Cruz Alta, sólo para mencionar algunos ejemplos. Otros, descendientes de los primeros habitantes de estos pueblos, han investigado sobre su pasado; personajes y anécdotas se desgranan de las escrituras sobre los ingenios Santa Lucía, San Pablo y Santa Rosa.
Existen infinitos ejemplos de reutilización del patrimonio. Muchos de ellos con resultados excepcionales; se trata de dar nueva vida a estructuras pasadas, como escribió una joven docente de la Facultad de Arquitectura en un libro reciente de su autoría. Como sociedad, tenemos un largo camino para recorrer y un patrimonio extraordinario para disfrutar. Con respecto al ex ingenio Concepción, cabe hacer una sugerencia: rescatar la capilla, elemento significativo que persiste del antiguo conjunto de Chalet y Parque. Construida hacia 1936 sería necesario desarrollar una política de conservación que incluya a la población. Bien sabemos que esta frase tan reiterada “No se quiere lo que no se conoce”, tiene absoluta vigencia en este caso. Si así no se hiciere, el preciado bien permanecerá en la indiferencia y pronto estaremos escribiendo una nueva columna por su desaparición.