El de ayer fue un viernes diferente en la Casa de Gobierno. Por unos instantes, Juan Manzur tomó el timón de la provincia acompañado por Sergio Mansilla, presidente subrogante de la Legislatura, en ausencia del vicegobernador a cargo del Poder Ejecutivo, Osvaldo Jaldo, que se ausentó a Buenos Aires a cumplir “un compromiso ineludible”, según dijeron sus colaboradores. El jefe de Gabinete de la Nación convocó a todos los ministros para que lo acompañen a la inauguración de un centro de distribución de la Droguería Suizo Argentina, y luego a un mitin ofrecido por ATSA que contó con la presencia del titular de la CGT y dirigente nacional de la sanidad, Héctor Daer. La presencia de Manzur cambió el semblante a varios miembros del gabinete, que vienen sintiendo el ritmo de gestión y político que le imprime Jaldo. “Son estilos de conducción bastante diferentes”, reconoció uno de ellos para explicar los motivos de la distensión.
Los planes manzuristas sólo contemplan una escala en Tucumán, tal vez la última antes del recambio institucional del 29 de octubre. Es cuestión de tiempo. El gobernador en uso de licencia no tiene apuros en retornar al cargo original. Hoy cuenta con un protagonismo inesperado en una gestión cuestionada desde dentro del Frente de Todos. El presidente Alberto Fernández está debilitado. Su vice, Cristina Fernández de Kirchner, se perfila para ser protagonista en el último tramo de mandato que, aunque reniega del Gobierno y se para en la otra vereda, trata de fijar postura para las elecciones de 2023. Será candidata, pero por ahora todos especulan que para renovar la banca senatorial por la provincia de Buenos Aires. La Cámpora cree que puede volver a la Presidencia. Manzur se cuela en esas fórmulas de laboratorio como un eventual compañero de fórmula que puede recalar en el Senado de la Nación hasta tanto aclare el panorama de los comicios presidenciales. Ayer, el propio Daer lo promovió a ser parte de la discusión interna del oficialismo, peleando un lugar dentro de alguna fórmula. El cegetista le brindó el pleno apoyo del movimiento obrero. Pero a Manzur le queda un amplio camino por recorrer. Como él dice, todavía falta que corra mucha agua bajo el puente. Mientras tanto, el jefe de Gabinete planea una invasión de funcionarios nacionales en los próximos 10 días. Para el viernes está programada la visita del ministro de Obras Públicas de la Nación, Gabriel Katopodis, para inaugurar el acceso a Trancas, entre otras obras. La visita es prácticamente contemporánea a las rispideces locales en el área de Obras Públicas. La foto con Katopodis puede marcar un acercamiento definitivo de los hombres en pugna, el ministro Fabián Soria y el secretario de Coordinación, Marcelo Caponio, o, por el contrario, remarcar las diferencias. Si este es el caso, la puja tendrá que ser dirimida por el binomio gobernante. Es la última instancia. Flavia Royón sería otra de las visitantes. La secretaria de Energía de la Nación ha postergado en varias oportunidades su presencia en tierras tucumanas. Ahora, la salteña estaría dispuesta a inaugurar las Estaciones Transformadoras que mejorarán la provisión de electricidad en la provincia. El tercer invitado es el ministro de Educación de la Nación, Jaime Perczyk. No trascendió aún su agenda de actividades.
Jaldo se ausentó durante casi todo el fin de semana, pero dejó caliente el ambiente político luego de que dijera que el gobierno de Mauricio Macri fue el peor de la historia y que no dejó obras emblemáticas para Tucumán. “Fue un gobierno de porteños para porteños que no se acordaba del interior del país”, había dicho el jueves el gobernador interino. El primero en salir a contestarle fue el ex titular del Plan Belgrano, José Cano. El actual secretario de Coordinación Operativa de la Cámara de Diputados le recordó que fue Macri el que pesificó una deuda externa que la provincia no podía afrontar en el Ciadi, como también el que le restituyó un 15% de la coparticipación. “Ni José Alperovich, ni Manzur ni Jaldo reclamaron esos fondos y sí lo hizo, por ejemplo, Santa Fe. Además, la última obra de gran envergadura se hizo durante la gestión anterior en el aeropuerto, los 23 jardines de primera asistencia y la planta de Las Talitas”, dijo. “Los tres forman parte del elenco estable que, desde hace 25 años, someten a Tucumán a la peor degradación institucional que le significó a la provincia dejar de ser el faro del norte”, subrayó. Cano dijo que la Argentina está atravesando un difícil momento producto del desgobierno y de la propia interna oficialista. “Amerita que toda la dirigencia política, oficialista y opositora, empiece a resolver los problemas estructurales del país y dejar de ser chivos expiatorios y de echar culpas de las responsabilidades. En ese camino seguro que nos encontraremos”, reflexionó.
José Ascárate reforzó los dichos de Cano. El legislador radical y ex subsecretario de Infraestructura del Plan Belgrano dijo que el gobernador interino no tiene memoria, ya que entre 2016 y 2019 se encaró una inversión global de unos $ 22.000 millones en Tucumán, cuando el dólar osciló entre los $ 18 y los $ 36. “Se ha olvidado que desde que llegaron al Gobierno han lanzado y relanzado, una y otra vez, Manantial Sur y no han llamado a licitar obras nuevas. Hablan de una autopista a Santiago del Estero cuando en realidad son sólo cuatro kilómetros de un acceso. Así, Jaldo no tiene nada que mostrar”, acotó.
Ascárate consideró que el oficialismo nacional y local se escuda en la pandemia y en los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania y, si se observa el impacto en los países de la región, ninguno de ellos ha mostrado, por ejemplo, una inflación anual cercana al 100%. “Eso es producto del desgobierno y de la falta de planificación de la verdadera peor gestión de la historia argentina, la que encabeza el presidente Alberto Fernández, que hasta deja al 50% de la población bajo la línea de pobreza”, fustigó.
Las disputas electorales son cada vez más fuertes. Anoche, la fórmula Roberto Sánchez-Sebastián Murga protagonizó un acto. Su adversario interno, el intendente Germán Alfaro, sigue peleando frontalmente con la Casa de Gobierno, mientras Ricardo Bussi, el presidente de Fuerza Republicana, afirma que se cansó de los vaivenes radicales que lo colocan y lo dejan afuera de la coalición opositora. El legislador republicano, convertido en una suerte de árbitro de la contienda electoral, ha decidido seguir su propio camino, subiéndose al tren que conduce el diputado libertario Javier Milei. El oficialismo, en ese sentido, respira. Sabe que con Bussi fuera de Juntos por el Cambio, puede aspirar a un triunfo sin sobresaltos en 2023. De otro modo, afirman varios referentes peronistas, el Frente de Todos afrontará una dura batalla en las urnas, con un resultado que puede ser similar al que obtuvo, por ejemplo, Inácio Lula da Silva en Brasil. Así está el escenario político tucumano, a seis meses de la convocatoria a los comicios provinciales.