Poco se supo de ellas desde que la Casa Histórica de la Independencia fue demolida en 1903 para construir un nuevo solar. Solo se conservó el Salón de la Jura. Se creyó que sus puertas habían sucumbido bajo la piqueta, hasta muchos años después fueron encontradas en el Museo Udaondo de Luján. La repatriación de ese tesoro independentista tuvo que vencer instancias burocráticas. Desde hace 15 años, las puertas del Salón sueñan nuevamente con los gestos y los discursos de los patriotas en la casa que perteneció a doña Francisca Bazán de Laguna. A fines de noviembre, en el Centro Cultural Virla, se proyectó ““Puertas: Identidad y Memoria desde el Sur”, un documental, realizado por la productora audiovisual Ayllu, que cuenta la historia de la recuperación de las puertas originales que tuvo por protagonista a Jorge Mendía, presidente de la Fundación del Bicentenario, ex legislador provincial por la Unión Cívica Radical. En la proyección, estuvieron presentes también el periodista y escritor Ernesto Jauretche y Roberto Grin, ex director del Museo de Luján.
Mendía es el autor de la ley por la cual Tucumán tiene su bandera propia desde 2010, que lleva los colores de la histórica bandera de Macha, que fue empleada por Belgrano, y que el dirigente tucumano consiguió que fuera repatriada desde Sucre, Bolivia.
- ¿En qué circunstancia y cómo te enteras que en el Museo de Luján estaban las puertas del Salón de la Jura?
- En el año 2006 empezamos a hacer las convocatorias para el trabajo del Bicentenario y haciendo parte a todos los lugares donde creíamos y entendíamos que eran parte de esta década del 2006 al 2016. Unos amigos de Buenos Aires estaban trabajando con lo que era Luján y nos invitan a visitarlo. Conozco la ciudad, la Basílica y me invitan a visitar al Museo de Udaondo; su director empieza a hablar sobre algunas piezas de la Independencia que había ahí o algunas cositas. Entonces le dije: “Me gustaría conocer esto porque no lo tengo a Luján como parte de la lucha independentista”. Cuando veo las puertas, digo: “¿Qué miércoles hace esto acá?”
- ¿Tenías ya conocimiento de que a las puertas las habían mandado a alguna parte?
- No, yo sabía que la casa había sido destruida y que las puertas estaban en algún museo, pero yo siempre me imaginé que en el Museo Histórico Nacional, será porque ahí está el tintero, están la bandera de La Rioja que no debería estar, la bandera de Macha, celeste, blanca y celeste. Que estuvieran en un museo provincial me hacía mucho ruido.
- ¿Reconociste las puertas porque habías visto imágenes de ellas?
- No. Había un cartelito ahí que decía: “Puertas originales de la Casa de la Independencia de Tucumán”. Pregunto como buen tucumano manguero: “¿Por qué no vuelven a Tucumán?” “¿Por qué no?”, me dice el director. Pensé que no iba a ser posible. Después, cuando viene el gobernador de la provincia de Buenos Aires, me dice: “Sí, me parece que sería lo correcto”. Le recordé a Felipe Solá que nunca había ido un gobernador de Buenos Aires a Tucumán, a los actos de la independencia, en la democracia. “Sería muy bueno, ya que están cambiando gobierno, al menos, que quede en la historia que un gobernador ha ido a Tucumán y con un regalo de préstamo”, le dije y él tomó la decisión. El Museo Histórico Nacional puso el grito en el cielo, hasta me declararon persona no grata, en algún momento. Claro, esto abría una puerta para que los museos pudieran reclamar. Si el Histórico Nacional devuelve todo lo que lo que tiene, creo que le queda una bacinilla, no le queda más a Buenos Aires.
- ¿Cómo llegan las puertas a Luján, en qué año?
- Salen de acá para San Juan, las compra Gnecco, un coleccionista de objetos antiguos cuando destruyeron la casa en 1906 o 1907, y ahí se quedan hasta 1944, año que fue el terremoto de San Juan. Gnecco estaba en Francia, le pide al hijo que haga algo con los objetos. Gnecco era un coleccionista de objetos antiguos. Udaondo le compra toda la colección por un peso y ahí nace su museo, que está en Luján. Antes del terremoto, va la colección a Luján.
- ¿El gobierno de Alperovich te dio algún apoyo en esta movida?
- Cuando yo le hablaba del bicentenario al gobernador y le decía que podía quedar en la historia por las cosas que podía organizar para Tucumán, él me decía que no le interesaba. Y cuando estaban llegando las puertas le pregunté si se iba a involucrar. Me dijo que no: “dedicate vos que te gustan esas cosas”. No hubo colaboración, después me negaron la entrada a la Casa Histórica, no solo a mí, sino a todos los legisladores. Nosotros queríamos exhibir a las puertas. Por seguridad, no entraba nadie porque estaba Néstor Kirchner, era su último de año mandato. Pero como venían Felipe Solá y algunos amigos de Buenos Aires, me hicieron entrar por la parte de atrás. Estaba Jauretche a la par mía y cuando sale Kirchner del templete, le dijo: “Ernesto, qué quilombo te mandaste”. “Yo no, este”, le dijo, señalándome. Fue el 9 de julio de 2007.
- ¿Ese día se iban a colocar las puertas?
- Ese día se las iba a mostrar a la sociedad argentina, pero no permitieron ni que se sacara una foto, porque para nosotros lo interesante era que se fotografiara el Presidente. No se la sacó. Alperovich no le dio importancia, quería bajar toda la espuma que había en ese momento; se enojaron mucho los intendentes, el de Luján y el director del museo, a quien después le cuesta el puesto, lo terminaron sacando cuando se fue el gobernador, porque creían que era un traidor del patrimonio de Luján. El director era Roberto Grin, él fue quien me dijo que las puertas no les pertenecían.
- ¿Por qué son azules las puertas de la Casa Histórica y por qué las del salón de la jura no se han pintado de azul?
- Está demostrado que las puertas eran azules. Creo que alguna vez Billiken las terminó pintando de verde, y en la imaginación de todos quedó el color verde. Se podría hacer un estudio de carbono a las puertas para averiguar algunas cosas más. Para mí son blanca, azul y blanca, en función de los colores de la bandera.
- ¿Fue después o antes de la jura de la Independencia que tuvo ese color?
- Para mí son pintadas antes, en honor a la bandera, porque ya en 1814, la provincia de Tucumán ya tenía bandera propia. Y cuando la casa fue alquilada en marzo de 1816, las pintaron de blanco y azul.
- ¿Las puertas interiores eran azules? ¿De qué madera están hechas?
- Las únicas originales son las del Salón, las otras no son originales. Desconozco si estaban pintadas de azul las del salón de la Jura. No son de algarrobo, sino de quebracho, según me dijo el arquitecto Grin, que es consultor del Museo Histórico Nacional.
- ¿Qué es lo que quieren hacer con este documental? ¿Se lo va a proyectar en la Casa Histórica para la gente que quiera verlo? ¿Cuál es la idea?
- Nos sugieren que no debemos darlo a publicidad, si queremos que tenga algún premio en Buenos Aires o en el Ministerio de Cultura, en Incaa, pero eso nos puede llevar seis meses. Estamos en eso. Soy de la partida de que hay que mostrar el documental. Nosotros quisimos contar la historia para que nadie después se pueda adjudicar el logro. Creo que voy a terminar año mostrándolo en la Casa Histórica, poniéndolo en las redes para quien quiera verlo.
- Aunque la Casa de la Independencia es un monumento nacional, también es conocida la vocación de los tucumanos por destruir las cosas valiosas de nuestro patrimonio, ¿se debe a una cuestión de falta de conciencia sobre la importancia de preservar el pasado?
- Creo que tenemos mucho para mostrar de nuestra identidad, pero carecemos del conocimiento, por lo tanto, después hacemos todas las macanas que nos mandamos. Bernabé Aráoz, Ildefonso de las Muñecas, Antonio Medina… son tipos totalmente desconocidos para el vulgo. Tampoco explotamos turísticamente el escenario de la independencia real en la provincia de Tucumán. La Batalla de Tucumán, nadie sabe que existe, salvo los tucumanos.