Hace más de un mes vengo viendo una veneración casi religiosa de Lionel Messi, Diego Maradona y los héroes del 78. Me di cuenta hace muchos años de la carencia que tenía el argentino en líderes o referentes sociales como fenómeno; lo explica el padre de la sociología que fue Max Weber. Messi ha bajado del cielo en una especie de maná para los argentinos, que lo tienen en el pedestal, como si él fuera a solucionar los problemas económicos y el desempleo que hay en nuestra Nación. Jamás en tantos años de vida vi una cosa así, en enaltecer la figura de un simple futbolista que representó a nuestro país jugando al fútbol y nada más; no es ningún héroe, no es ningún dios, no es ningún mesías, ni ungido como tantos periodistas dicen; lo mismo un lector que escribió sobre los futbolistas del 78 o que el espíritu de Maradona anda de tribuna en tribuna. ¿Esto es parte de la locura de un mundial? El argentino sabe que el año que viene se juega el futuro de un país donde la inflación es de casi el 100 %, donde un Presidente no quería acatar los dictámenes de la Corte Suprema de la Nación, de una Vicepresidenta que está condenada por corrupción, o donde la inseguridad nos quita un familiar por un celular; donde una persona quiere ser vicegobernador de Tucumán sin respetar la democracia. ¿Que nos enseñó Messi? A mí, particularmente, no me enseñó nada; todos los países que participaron del mundial, sobre todo el subcampeón, están ya pensando en cómo seguir creciendo su PBI. ¿Por qué le damos al fútbol el lugar que no corresponde como si fuera nuestra religión, nuestra identidad, como decía una canción de Los ratones paranoicos ? Nuestro país tiene médicos, ingenieros y demás personas que supieron ganarse el respeto a nivel mundial, como el Sr. César Pelli , como el Dr. René Favaloro, como Federico Leloir , como Salvador Mazza, como Astor Piazzola y demás personalidades. Messi ha tapado el vacío de una sociedad; algún día terminará su carrera y se irá para siempre ¿y de ahí cómo continua la historia? Pido que la idolatría no nos ciegue como pasó cuando Moisés fue al Monte Sinaí a hablar con Dios para saber los mandamientos de la Ley, y cuando regresó vio que la muchedumbre adoraba un becerro de oro, Éxodo 32.4. Jesucristo, Sr. de la Historia, te necesitamos.
Fernando Saade
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