La adolescencia es una etapa en donde todo toma una magnitud diferente: las frustraciones, el desapego, las tristezas, las ausencias, la incertidumbre y muchas otras cosas. Son como nubarrones que oscurecen el resto del camino, sobre todo cuando se trata de perseguir un sueño. Pero de eso se trata: de superar los obstáculos para pasar al siguiente nivel. Y muchas veces, ese proceso impulsa a una madurez temprana.
“Esto de empezar a viajar sola y tomar otras responsabilidades me hizo crecer mucho. Aprender a estar sin mi familia por un tiempo implica tener otra mirada y te hace madurar de repente, más allá de que los sigo necesitando en muchos aspectos. Es un proceso muy difícil, pero es por una buena causa: jugar al voley”. Estas son las palabras de Lucía del Pilar Vega, una joven tucumana de 16 años que divide su vida entre los desafíos de la adolescencia, las tareas del colegio, pasar tiempo con su familia y la disciplina de una deportista dedicada y prometedora.
Esta noche en Buenos Aires, desde las 21, Lucía debutará en la Liga Argentina Femenina con el seleccionado Sub-19, Las Panteritas, al que fue convocada por séptima vez. El rival será Estudiantes de La Plata. Por su parte, Tucumán de Gimnasia (club al que pertenece Lucía) se presentará en Rosario a las 19 contra Náutico Sportivo Avellaneda. Son 15 los equipos que se enfrentarán en una rueda de todos contra todos durante nueve weekends. Los ocho primeros lucharán por el título, mientras que el resto intentará permanecer en la categoría (habrá un descenso).
- ¿Cómo te preparaste para este torneo?
- En diciembre comencé el proceso de liga en mi club, entrenándome todos los días doble turno y yendo al gimnasio. Ahora previo a la competencia, estamos entrenándonos todos los días en triple turno. La exigencia es porque la Liga Argentina será la antesala al mundial Sub 19 de este año en San Juan.
- ¿Cómo se equilibra la vida de una adolescente con la de una deportista?
- Ahora estoy de vacaciones, pero cuando tengo la responsabilidad del colegio trato de cumplir. A la mañana gimnasio y tareas, a las 13 al colegio, y a la salida al club a entrenarme hasta las 22. Es más difícil cuando tengo que viajar a concentrarme con la Selección o a competencias con el club. En esas ocasiones trabajo de manera virtual y mis compañeros me pasan todas las tareas. Yo siempre que viajo me llevo todas las carpetas y voy completando con lo que me pasan mis compañeros. Me ayudan mucho.
-¿Te cuesta manejar la distancia cuando te vas de viaje?
- Sí. Todavía no me acostumbré al hecho de estar mucho tiempo lejos de mi casa y de mi familia. Soy muy apegada a ellos. El desarraigo trato de sobrellevarlo hablando todos los días con mi familia, hago videollamadas, les cuento mi día y les mando fotos. Igual, acá con la compañía de todas las chicas es como que me siento contenida y a veces no pienso tanto en que estoy lejos de mis seres queridos.
- Entre tu primer viaje y el de ahora ¿en qué sentís que creciste?
- Ya no está el miedo que tenía al principio. La primera vez que vine en avión sola estaba muy nerviosa. Igual, creo que en colectivo es más complicado a veces, porque hay lugares a los que no podés llegar en un solo viaje, no hay un colectivo que vaya directo. De todos modos, ahora estoy mucho más calmada para viajar.
- ¿Quiénes forman parte de tu hinchada?
- Mi familia. Ellos están muy felices y orgullosos de que yo esté haciendo lo que me apasiona. Me apoyan en todo y están siempre. Es un aguante constante de parte de todos ellos.
- ¿Cómo lidiás con las frustraciones propias de la vida de un deportista?
- La frustración siempre está, y su mejor amigo, el llanto, también. Trato de controlarlos, pero a veces no puedo y necesito desahogarme. Cuando lo hago me siento muchísimo mejor. Es importante tener paciencia. Si hay algo que no me sale, cuando termina el entrenamiento trato de pensar y no presionarme ni reprocharme, porque entiendo que en el fondo todavía soy muy chica y tengo mucho camino por delante para aprender y seguir mejorando.