La viralización de fotografías de los osos que habitan en la Reserva Fitozoológica de San Pedro de Colalao encendió las alarmas de distintas organizaciones ambientalistas de Tucumán. Por eso, con colaboración de especialistas, promovieron una instancia de debate para proponer un plan de acción frente a la cuestión. Y, en ese sentido, se plantearon como objetivo conseguir el traslado de los animales a santuarios.
La discusión fue llevada a cabo a partir de una iniciativa de Global Shapers Tucumán, Movimiento Fucsia Tucumán, Perros de la Calle, Cámara de Jóvenes JCI Tucumán, Agenda Ambiental Tucumán, Fundación Sustentarnos, Bigotes Animales, Fundación Forestar y ciudadanos preocupados por el tema.
El encuentro virtual tuvo como uno de los principales expositores a Javier Goldschtein, quien había sido miembro de la comisión técnica de derivación de animales del ex zoológico de Buenos Aires. En la rueda de diálogo, el experto remarcó que, para trasladar a los osos y demás ejemplares a un lugar más seguro, ante todo debe haber una aceptación de parte del zoológico o de la intervención de organismos estatales.
“Si el dueño no quiere participar en este proceso y el Estado no lo obliga, es un callejón sin salida. Se necesita más presencia de la sociedad civil para que se clausure el predio y, a partir del acceso a la información, se podrá pensar en un plan de derivación”, explicó.
Además, advirtió que se requiere de un análisis profundo de cada especie para determinar cuál sería el mejor lugar para su desarrollo. “En primer lugar hay que identificar las reales condiciones del animal en cuanto a salud y edad. No es lo mismo derivar a un oso de 10 años, que uno de 20 o 25 que ya esté llegando al cierre de su ciclo biológico”, planteó.
En cuanto al traslado, Goldschtein señaló que la cantidad de kilómetros y el peso de los animales lo vuelve muy costoso. Sin embargo, dijo que hay organizaciones internacionales que se encargan de participar en este tipo de actividades. Si se hacen las llamadas correctas, podría inclusive ahorrarse el costo de transporte. “Son entre 25.000 y 40.000 dólares; para nosotros es un montón de dinero, pero para una organización internacional, no lo es”, afirmó.
Uno de los problemas planteados en la discusión fue que llevar a la práctica cualquier posible solución requiere de tiempo. Y la preocupación de las organizaciones y de los ciudadanos interesados en el tema apunta a medidas más inmediatas. En ese marco, Goldschtein opinó que se puede trabajar en un plan que busque mejorar la calidad de vida del animal en el espacio que habita, a partir de mejoras estructurales y obras de envergadura.
El experto remarcó que es importante tener en cuenta cuestiones de enriquecimiento ambiental y buscar el menor estrés posible para la especie, que se siente agobiada al ser observada por tanto tiempo. “Siempre se busca un espacio con la mayor comodidad posible para el animal”, aseveró.
Federico Fernández, coordinador de la reserva, avisó días atrás que, a su criterio, el cierre del establecimiento “no es muy viable”. Entre otros puntos, explicó que la mayoría de los animales nacieron y crecieron “en cautiverio”, por lo que no tienen habilidades para sobrevivir en la naturaleza. Y, ante la viralización de las fotos de los osos, afirmó que todos ellos cuentan con espacios con sombra para su resguardo. (Producción periodística: Bárbara Nieva)