“Somos personas y humanos. No somos robots ni números”. Frases como esta inundaron hace un par de semanas las redes sociales de la provincia. La muerte de dos profesionales de la salud, agobiados por la situación que atraviesa el sector, según denunciaron sus compañeros, fue otro golpe al mentón para quienes, desde que estalló la pandemia, se convirtieron en el grupo más desprotegido: el de la sanidad. Hoy, además de tener que subsanar las consecuencias que nos dejó la Covid, deben mendigar en Casa de Gobierno por una recomposición salarial que los tiene tremendamente atrasados y por lo cual realizan paros desde noviembre del año pasado, ya que la situación no ha cambiado.
El repaso es doloroso: En 2020, cuando la pandemia llegó a Tucumán, no hubo paritarias. El personal de Salud tuvo entonces 0% de aumento. En 2021 obtuvieron un 30% de aumento. Y en 2022, llegaron al 59%. Con una inflación anual que bordea el 100%. ¿Así se reconoce a quienes subimos al pedestal de los héroes durante la pandemia? Hace tres semanas, Osvaldo Jaldo, todavía a cargo de la Gobernación, rechazó otra vez el paro de los sanitarios. “Solo afecta a la gente que no se atiende”, aseguró, y les pidió a los gremios que se preparen para discutir paritarias en Casa de Gobierno. Hasta el momento ni la paritaria con los docentes se pudo cerrar, a una semana del inicio de clases. Todo esto, además, en un año eleccionario, a poco más de dos meses de votar en la provincia, cuando se gastan millones en mover el aparato eleccionario. ¿No se podría destinar algo de eso al personal de la Salud que tanto hizo por todos?
Mientras tanto, se lamenta la pérdida de profesionales sanitarios: “Hay cada día más casos de problemas de salud mental en todas las edades y los servicios públicos donde están los profesionales están desbordados de pacientes. Están demasiado afectados por toda esta situación”, se lee. “Estamos vulnerables y cada día padecemos más”, escribió otra profesional en el muro, tras la muerte de dos compañeros.
Al mismo tiempo, se recuerda la cita: “El silencio es salud”. La frase se popularizó en abril de 1974, cuando el entonces intendente de la ciudad de Buenos Aires, José Embrioni, instaló un cartel con esa sentencia en el Obelisco con el propósito de combatir la contaminación sonora. Pero luego comenzó a utilizarse en distintos ámbitos, dando a entender que muchas veces era mejor quedarse callado, sobre todo si uno no tiene una respuesta a la pregunta. ¿Será lo que está pasando en Tucumán con los casos de neumonía bilateral que tiene preocupado a todo el sistema sanitario de la provincia? Pasó casi un mes desde que se detectaron cinco casos y hasta el momento no hay una respuesta formal. En el medio hubo un profesional fallecido: el enfermero Marcelo Silva y un paciente Y decenas de reuniones y pedidos de informes. Pero hasta el momento no hay respuestas claras. No se sabe qué está matando al personal de Salud.
Luego de casi tres años de una de las experiencias más desgarradoras que pasó la humanidad en la historia contemporánea, con la aparición de la Covid, que causó millones de muertes en todo el mundo, los tucumanos tuvimos un nuevo episodio que puso en tela de juicio la permeabilidad de nuestro sistema de salud: en agosto del año pasado, en la clínica privada Luz Médica, se registró un brote de neumonía bilateral causada por Legionella, que afectó a 22 pacientes, de los cuales seis murieron. Y ahora el caso se repite, pero en otro centro privado de salud. ¿Cómo se hacen los controles para evitar que estas cosas sucedan?
La infectóloga Aída Torres no dudó, y aunque no hay un parte oficial del Ministerio de Salud, aseguró que Tucumán está sufriendo un nuevo brote de Legionella. “No hay que tener miedo de decirlo. Hay que hacer las cosas bien y erradicar este tipo de bacterias. La falta de agua deriva en que se junte barro en los tanques, y ese barro es un caldo de cultivo para la Legionella. Hay que decir y hacer todo lo necesario para que no se repita”, sentenció.
¿Hace falta que Liliana Torres, la esposa del enfermero Marcelo Silvia, deba rogar por una respuesta? Lo único que quiere la mujer es que le digan de qué murió su marido, un hombre sano de 52 años. “Siento un gran dolor por la falta de respuestas. Ya sea un lugar u otro, sea el Ministerio de Salud o la entidad privada, alguien se tiene que hacer responsable”, dijo Torres. “Hoy fue mi esposo, mañana puede ser uno de nosotros, que seguimos trabajando”, agregó la mujer, que también es enfermera. Y aseguró: “todos estamos en riesgo, es desesperante”. ¿Es necesario que Álvaro Mejuto, un periodista que perdió a su padre hace días también por un virus intrahospitalario, esté pidiendo explicaciones cuando las respuestas deberían ser inmediatas en la medida de lo posible? “Se contagió en el sanatorio, en el quirófano o en la unidad coronaria. ¿Cuántos pacientes hay en la misma situación? También es importante saber qué medidas se toman en el lugar donde mi viejo se ha contagiado? No es por pegarle al Ministerio, ni a la parte pública ni a la privada, pero quiero que respondan y que no se naturalice que uno ingresa a un sanatorio a operarse y que se puede contagiar de algo”, afirmó el joven.
Según el ministro de Salud, Luis Medina Ruiz, lo que está causando las muertes en Tucumán no es Legionella, pero tampoco se sabe con certeza qué provocó los decesos. El funcionario afirmó que en uno de los casos se diagnosticó etiología viral y en otros dos etiología bacteriana. Y dijo que se interpretó -en forma conjunta entre los diferentes equipos involucrados de la Nación y de la Provincia- que los cinco casos iniciales “no constituyen un conglomerado sino la concurrencia de diferentes situaciones clínicas individuales, con diagnósticos diferentes, desestimándose por tanto, la sospecha de un brote de neumonías a fuente común o transmisión interhumana”. Y anunció la creación del Departamento de Control de Infecciones y de Gestión de Antimicrobianos.
A la incertidumbre por la falta de claridad en los casos de muertes por causas intrahospitalarias se suman el desconcierto por la falta de respuestas a los reclamos salariales, y la situación de agobio que padecen los profesionales, sin descanso desde hace más de tres años. Ayer héroes, hoy parias. ¿Quién cuida, entonces, a quienes nos cuidan?